OPINIóN
Actualizado 26/02/2021
Juan Robles

Del golpe de estado de Pinochet en Chile (1972), o el golpe de Videla en Argentina (1976), al 23F (1981)

En estos días hay dos temas posibles que comentar: la repetida pandemia o el intento de golpe de estado del 23F. Pero de la pandemia ya se ha hablado bastante, y seguramente habrá que volver al mismo tema una y otra vez. Por tanto, a pesar de ser un tema bastante difícil de tratar, no nos queda más remedio que intentar hablar de dicho 23F, de sus antecedentes y consecuentes, además de los hechos en si.

Muchos hoy ya, después de cuarenta años, difícilmente pueden entender lo que pasó porque, o no habían nacido, o tenían todavía una mínima edad insuficiente para darse cuenta. Por tanto, para muchos esto suena a cuento del pasado. Por supuesto, no saben de dónde veníamos, es decir de la dictadura del general Franco. Tampoco saben mucho de las dictaduras hispanoamericanas que en los años setenta y ochenta estaban de moda. Por no aludir más que a las más notables, nombremos el golpe de estado de Pinochet en Chile (1972), o el golpe de Videla en Argentina (1976).

Nuestro intento de golpe de estado (1981) no tenía esa seriedad de organización. Y de hecho, el no haber tenido una clara dirección al frente, seguramente es lo que le hizo deslizarse al práctico fracaso. No es fácil hablar hoy de toda la trama y de los movimientos cívico militares que estaban detrás de la intentona.

En estos días de celebración del recuerdo a los cuarenta años del suceso, algunos partidos políticos, incluso por boca de sus portavoces, han reivindicado que se desclasifiquen los documentos relativos a este malogrado intento. Poniendo incluso en relieve que tenemos un gran desconocimiento de lo que pasó entonces, de sus antecedentes, y de las consecuencias, fundamentalmente judiciales, de después.

Las principales preguntas que podemos hacernos, y que de hecho se han hecho muchas veces, es qué papel jugó en el montaje Adolfo Suárez, que tenía bastante conocimiento de la trama y que en la práctica lo llevó a dimitir, pensando que era quizá la única forma de parar el golpe.

También se puede preguntar por el papel que jugó Felipe González, el jefe de la oposición, que estaba al frente del partido socialista.

Se pregunta hasta cuál fue el papel del Rey Juan Carlos en la organización de la trama golpista. E incluso si tenía algún conocimiento o participación alguno de los jerifaltes de la Iglesia de entonces. Porque, de hecho, todos habían abandonado a Adolfo Suárez, incluido por supuesto el propio partido de Suárez, y también el Rey y la Iglesia.

En el intento de entender lo pasado, se aludiría después a una reunión previa sospechosa, a la que acudirían responsables de todos esos estamentos, y que podría haber sido el principio organizador de todo lo que vendría después. Porque, de hecho, parece que el principio del fracaso fue el contragolpe organizado por el guardia civil Antonio Tejero, que pretendió ponerse al frente del posible gobierno resultante del golpe, oponiéndose al militar Armada, que parece ser el hombre de gobierno (se le llamó en clave "el elefante blanco") que parecía previsto por los organizadores originales del pretendido golpe de estado, o autogolpe suave que pretendía reemplazar a Suárez.

Otro de los hombres claves fue el general Miláns del Bosch, jefe militar de la zona de Valencia, que tenía ya los tanques en la calle cuando se intentó parar el golpe original, y de hecho, su retirada fue definitiva para la finalización del golpe, o de los golpes, como venimos diciendo.

Tengo una buena fuente eclesiástica a la que en una comida de obispos y allegados le preguntamos directamente si el Rey había tenido algo que ver con el intento inicial del golpe y respondió: "Si, ante un grupo de militares el Rey dice que hay que hacer algo, los militares hacen lo que saben hacer, que es sacar los tanques a la calle". Esto fue claro y literal, al menos en el caso de Miláns del Bosch. Pero esto pudo ser también lo que salvó la situación, porque en el discurso que el Rey pronunció en televisión en la madrugada del 24, dijo que había dado órdenes a los jefes militares para que volvieran a sus acuartelamientos, y éstos, con la autoridad reconocida de Miláns del Bosch, volvieron a encerrar sus tanques en los cuarteles.

Luego vendría el rendimiento de los guardias civiles y soldados que se hallaban en el Congreso de los Diputados y pudo restablecerse el orden. La justicia haría lo demás posteriormente, decretando buen número de años de cárcel para los que aparecieron como principales responsables.

¿Qué ha sido después de ellos? Narrarlo nos llevaría demasiado lejos y, por otro lado, tampoco yo tengo suficiente conocimiento ni interés. Salvo la llamativa circunstancia de que un hijo de Tejero ha llegado a ser, al parecer un buen sacerdote.

Hasta aquí nuestra particular conmemoración de los cuarenta años del golpe militar del 23F.

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