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Los ahorros, esquilmados. La despensa acercándose a la nada. La esperanza, convertida en palabra lejana. Dos de cada tres familias ven el hambre llamando a su puerta o adentrándose, ya, en sus entrañas.
La falta de ingresos es la tónica en un tiempo de cierres, restricciones, errores e incoherencias administrativas. Las ayudas (y menos mal que las hay), escasas y tardías.
Algunos lo llaman colas del hambre. Otros, incompetencia. Yo, egoísmo, desigualdad, injusticia. Viene a ser lo mismo.