Recorrido por los miradores de la presa y del Fraile, la playa del Rostro, el espacio de ocio del Rocoso y una mirada al monumento al cabrero
Hablar de los caminos del agua de Aldeadávila de la Ribera es hablar sin mayores distracciones de su presa, infraestructura de 140 metros de altura y 250 metros de ancho y que es capaz de embalsar 115 hectómetros cúbicos en una superficie de 368 hectáreas, equivalente a casi 97 estadios como el Santiago Bernabéu. Este hito de la ingeniería civil, llevado a cabo por la entonces empresa Iberduero, fue realizado entre 1957 y 1963, e inaugurado el 17 de octubre de 1964 por el entonces Jefe del Estado Francisco Franco.
Además de abastecer a una de las centrales hidroeléctricas de mayor producción de España, su embalse ha generado un nuevo paisaje de aguas calmadas frente la bravura de un Duero salvaje, que rujía a su paso por este desfiladero granítico en busca del Atlántico.
Son las Arribes del Duero las que hacen de este paisaje algo único, y en su interior, el agua que discurre por el padre río, regatos, arroyos y riberas que buscan estrechar sus lazos con el rey de la meseta, dominado aquí por el coloso de Las Arribes que espumajea solo en momentos de grandes crecidas.
Este último tramo del Duero, aquí fronterizo entre Salamanca y Portugal, antes de adentrarse de lleno en el país vecino, recibe las aguas de toda la cuenca, desde la vertiente sur de los Picos de Europa a los Picos de Urbión en Soria, y es la presa de Aldeadávila, con la de Saucelle, un elemento fundamental para la regulación del Duero en épocas de lluvias como las actuales.
Esto obliga a realizar desembalses controlados mediante sus aliviaderos de superficie, lo que resulta todo un espectáculo y que puede observarse desde el mirador del Fraile y el Mirador de la presa, el primero situado en la carretera de acceso a la central de Aldeadávila II y el segundo en el cuadro de la central situado en el Salto de Aldeadávila (ver mapa).
Observar la caída del agua desde sus compuertas, y verla golpear al viento en busca del cauce situado en la profundidad del abismo, es todo un espectáculo que solo se presenta unos pocos días al año, coincidiendo siempre con las previsiones de nuevas lluvias tras un episodio de importantes precipitaciones, generalmente coincidiendo a finales del invierno y principios de primavera.
Pero además de su presa, Aldeadávila tiene otros paisajes del agua no menos interesantes y accesibles durante la mayor parte del año. Uno de estos caminos del agua en el Parque Natural Arribes del Duero es la playa del Rostro, espacio situado sobre uno de los meandros del río y en el que el Ayuntamiento de la localidad ha construido una pequeña playa y un embarcadero, lugar este en el que la empresa Corazón de Arribes ofrece paseos fluviales por el Duero. También presenta la posibilidad de practicar en kayak y otros tipos de pequeñas embarcaciones.
Otro punto de interés ligado al agua es la zona de recreo del Rocoso, lugar que gira en torno al embalse que hasta no hace muchos años abasteció de agua al municipio, hoy convertido en un bonito espacio de ocio ligado a actividades acuáticas como los paseos en kayak y la pesca.
Por último, no podemos abandonar Aldeadávila sin observar el Monumento al Cabrero, preciosa fuente sobre bancales que rinde homenaje a esta figura histórica de las Arribes salmantinas.