Carnaval de Olinda
Dejo conocer un poemita publicado en mi libro 'Cartografía de las revelaciones' (Verbum, Madrid, 2011). Aunque don Carnal se ha esfumado en estos tiempos pandémicos, lo cierto es que sigue latente en las células de todos, especialmente por esas tierras del delirio, por ese Brasil de mi abuelo Pedro de Alencar, nordestino como los amigos a quienes ahora dedico el texto.
Comprobarán, por las imágenes, que el carnaval en Pernambuco se aleja del tópico que por el mundo se tiene de Brasil, en parte debido al carnaval carioca.
Dedicado especialmente
a Célia Salsa y Cláudio Aguiar, en Olinda;
a Lucia Andrade y Benjamin Gomes; a Ayrton y Zélia Porto, en Recife;
a Caesar Malta Sobreira, en Caruaru,
y a la memoria de don Mario Farfán Cantoya,
compositor de frevos en su piso cercano a Boa Viagem (Recife).
Galo da madrugada (Carnaval de Recife)
CARNAVALEANDO
Miren cómo estoy en medio de la bulla gozosa,
gota a gota de sudor y fantasía floreciendo
desde mi júbilo, empapando los trajes de hombre,
de hombre que conoce la expansión de la carne
en la fiesta desembarazada donde la orquesta resulta
incansable para el triunfo de los pasos rápidos
y de lo que algunos llaman Derroche de Alegría.
Oh, señoras y señores, mi corazón es una serpentina
de carnaval que a todos abraza con un extraño
poder que convierte en chispa el entusiasmo.
Ah, compañeros en este baile que empieza con la señal
que libera al cuerpo de cualquier eclipse, sepan
que la orden del festejo no se acaba nunca, porque
el hombre no puede pasar de largo sin decir alguna vez:
"Sí, estoy de fiesta". Y es que el festejo es una perfecta
disciplina para el espíritu, llave maestra para echarse
a volar lejos del pregón de los cucufatos impuros.
Te veo de nuevo en las calles, carnaval de aquellos
días cuando las jóvenes bailaban conmigo goteando
sudor y risas embanderadas al viento. Llevo mi corazón
en ese aire que estropea inviernos. Soy ese muchacho
con el pecho lleno de musgo, con la voz nombrando cosas
para que no se pierdan viviendo la vida con su verde
latigazo. ¿En qué lugar de mí se arrima aquel carnaval
que se desboca en la noche de las cicatrices? ¿Me mira
todavía con sus pupilas de brindis y lloviznas? ¿Es
el reverso de la luz de entonces la que hoy ilumina mi
confianza en unos hechos resucitados? Tantas preguntas
sin respuestas, tanto arrear momentos imborrables
pues quedan ecos lejanos que dormitan latiendo
mientras su jugo lo bebe el picaflor del sentimiento.
A veces extraño mucho como ahora, que regresa brioso
el carnaval rebalsante de frutos. Y escribo letras
para frevos y sambas, letras que son la prueba del fervor
que alcanzo en esta tierra, el testimonio del libre deseo
que se amotina porque le hace falta. Mis letras asumen
músicas que encienden siempre los días hermosos
de carnaval. Aquí estoy esperando esas melodías
donde tiemblan los sueños y el pedazo de arcilla de todo
varón y hembra a quienes Dios concedió el Eros
para que no todo sean ventanas ciegas.
Mientras resuenan tambores y trompetas, ellos se están
probando los atavíos para la comparsa que terminará
pasada el alba: Sa-sa-sa-ri-gando? ¿Quién canta
esa soberbia samba? ¿De dónde sale esa voz que
despierta los cometas? Estoy en Olinda, estoy en Recife,
estoy en Caruarú: mi pecho se regala dócilmente
con el jolgorio de las bandas, de los desfiles, del guitarreo
y de los cantos con los bailes de afoxés, maracatus,
trocas y caboclinhos que nunca apaciguan su alegría.
Blusas de seda transparente y muñecos gigantes, mil
colores para pedir largo a la vida y que la savia
me alimente por dentro mientras estalla la niebla negra
y el carnaval se torna como una siempreviva que habla
a las entrañas de los hombres y a la ardorosa sal
de mi cuerpo rebelde, creyente en el amor que viene
del entorno de Cristo y del milagro de su vino.
Fundo nuevos entusiasmos, nuevas primicias: carnavaleando
voy en esta hora justa que organiza los sueños
en una corpulenta marejada de realidad. Y sobre la carne
viva tecleo la contraseña que otorga potestad al espíritu.
Carnavaleando voy en medio de tantos incrédulos
que simulan recato cuando idolatran maderas y bronces
o salen en procesión sin amar al prójimo. Carnavaleando
voy con mi desnudo corazón, sobrepasando noticias
raquíticas y mentirosas
Hasta pronto, carnaval. Ya volverás para completar
mi cuerpo en el calendario de mañana.
Y temblará de nuevo mi corazón cuando te brinde
otra bienvenida.
Carnaval de Caruaru
Portada de Cartografía de las Revelaciones, con pintura de Miguel Elías