OPINIóN
Actualizado 15/02/2021
María Jesús Sánchez Oliva

"¡Nos quieren robar la juventud!" cinco palabras, una frase, el grito de guerra de los jóvenes que se citan a través de las redes sociales y se reúnen para celebrar orgías con las que dejar claro que lo del virus es un invento bien orquestado para meternos miedo y a ellos no los engaña nadie, nadie los manipula, nadie los convencerá para que se queden en casa y salgan a la calle cuando es imprescindible hacerlo, guardando la distancia de seguridad y con mascarilla, nadie les robará su derecho a divertirse por mucho que intente la policía impedirlo, y se sienten valientes, salvadores del mundo, héroes.

Afortunadamente no son los muchos jóvenes que aprovechan la juventud para estudiar y divertirse cuando y como hay que hacerlo, los que quieren dejar de depender de sus padres lo antes posible porque también ellos tienen derechos que no han podido ejercer por ayudarles, los que saben resolverse los asuntos por sí solos, los que no dudan en cogerse la maleta y marcharse a trabajar donde haga falta y aunque solo ganen para salvar gastos porque son conscientes de que hay que empezar desde abajo y con mucho esfuerzo para llegar a la meta. Son los que piensan que la juventud es para divertirse solamente, no para estudiar, para formarse, para ser útiles, los que piensan que son sus padres los responsables de sus gastos de por vida, los que salvo los botellones, todo hay que dárselo hecho, los que en lugar de buscar trabajo, esperan a que el trabajo los busque a ellos, y solo lo aceptarán si es un empleo que les deje tiempo libre para sus múltiples actividades y esté bien pagado porque a ellos no los explota nadie, es decir, los garbanzos negros que nunca faltan en todas las generaciones.

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