De San Antón a las Águedas
Ya quedan un tanto lejanas las fiestas de Navidad y Reyes, celebradas este año en un modo muy reducido y bien diferente a las formas tradicionales. La fiesta del Bautismo de Jesús, que tiene lugar en el primer domingo después de Navidad, tiene muy poca repercusión popular.
Pero tanto en el mes de enero, hacia mediados, como en los primeros días del de febrero, acontecen fiestas populares de gran tradición, y que este año están quedando bastante desfiguradas por razón de la pandemia que nos azota y desfigura todas nuestras tradiciones.
Empezábamos las fiestas el 17 de enero con la del popular San Antón, considerado patrono de los animales, que otros años llevaba consigo desfiles y bendiciones de diversos animales, de compañía o de apoyo en el trabajo. Todo eso este año se ha visto lógicamente pospuesto.
El 20 de enero ha sido la fiesta de San Sebastián que, aparte de ser el patrono de la ciudad de San Sebastián, lo es de muchos pueblos, y aun sin serlo, es muy conocido y reconocido por el modo de haber sido asaeteado y, teniendo un puesto importante en el ejército del emperador romano, fue martirizado por confesarse cristiano y seguidor del Señor Resucitado y vencedor de la muerte, un verdadero Señor a quien merece la pena seguir y venerar. Está enterrado en la catacumba de su nombre en Roma, y recibe las visitas de multitud de peregrinos. Pues también este año ha pasado casi desapercibido.
Y le sigue el día después la celebración de otra famosa mártir romana: Santa Inés, que se celebra el día 21 del mes. Una jovencita que se enfrenta a los desórdenes y torcidos deseos del gobernante de turno. Pero también este año ha pasado sin pena ni gloria.
El día 22 tenemos la fiesta del diácono mártir español San Vicente. En Salamanca tenemos hasta un barrio con este nombre. Y en Ávila hay una preciosa iglesia románica dedicada al santo. Pero tampoco este año ha habido celebración alguna significativa.
Al conjunto de las celebraciones de estos santos se les llama popularmente las fiestas de los mártires. Pero ni juntos ni aislados han recibido relieve alguno estos santos en el presente año.
El grupo, pasando por alto la fiesta de San Francisco de Sales, que se celebra el 24, se corona el día 25 con el recuerdo de la conversión del gran apóstol San Pablo, fiesta menos conocida y tenida menos en cuenta popularmente, a pesar del relieve que la Iglesia oficial suele propiciarle.
Y damos el salto a los célebres primeros días del mes de febrero.
Se comienza el día 2 con la popularísima y tradicional fiesta de las Candelas. El título oficial es el día de la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén, como por ley tenían que hacer todas las familias judías con el primer hijo, que debía ser ofrecido al Señor y ser rescatado con la ofrenda de un cordero o de dos palomas si se trataba de una familia pobre. La ofrenda tenía lugar a los cuarenta días y era la ocasión de que la madre del recién nacido saliera de casa y solicitara ser purificada de sus impurezas legales. Por la tradición de acompañar la ofrenda con velas encendidas, la fiesta ha venido a quedarse con el nombre popular de la Candelaria.
En Salamanca, este año no se ha podido celebrar la procesión de las candelas entre la casa de los misioneros de Mariannhill y la parroquia de Fátima. Y la hemos echado de menos. Esperamos poder recuperarla el próximo año.
El día 3 se pone en el máximo relieve la fiesta del famoso y generoso obispo San Blas, el protector de la salud de garganta, cuyo reconocimiento se subraya con la bendición de las famosas gargantillas. Otra realidad pasada por alto este año.
El 5 de febrero se culminan las notables fiestas con la de la virgen y mártir Santa Águeda, cuyos pechos torturados fueron el objeto de su confesión de fe en el esposo de su vida, Cristo Jesús. La particularidad de su martirio ha ido creando la puesta en relieve del papel de las mujeres que, en muchos lugares, tal día son las que mandan en los correspondientes lugares, dejando de lado a sus esposos e hijos para que se arreglen por su cuenta sin contar con sus respectivas señoras, hermanas o hijas. Yo mismo celebré varios años la misa que encargaban las llamadas "águedas" y era el único varón que participaba en aquella fiesta mujeril. Naturalmente este año no ha quedado ninguna distinción especial de la dicha fiesta.
Nos tememos que haya que saltarse también buena parte de las fiestas de San José, y que queden reducidas al mínimo las procesiones de Semana Santa. Bendita pandemia, que ni siquiera el poder de los santos nos libra de sus tristes efectos en el presente año.