La cuarentena, las normas de distanciamiento físico y las limitaciones de movilidad provocada por el coronavirus, ha modificado las relaciones sociales, los hábitos de compra, consumo y ocio de los ciudadanos.
Sabíamos que la adopción de la tecnología era algo que se venía imponiendo a todos los niveles, pero ya no es una opción de libre elección, sino de pura necesidad para pequeñas y medianas empresas, hipermercados, hostelería, sanidad, educación y para la persona individualmente. Hasta las grandes empresas tecnológicas se han volcado en el rastreo de contagios y el seguimiento de contactos epidemiológicos. Por tanto, más tecnología, mayor empoderamiento científico y control sanitario, teletrabajo, atención al cambio climático, menos globalización y en busca de un capitalismo más moral, son las grandes tendencias que, con sus derivadas, marcarán el rumbo y la economía.
Las grandes empresas tecnológicas americanas como Google, Apple, Facebook y Amazon, conocidas como las GAFA y las chinas Baidu, Alibaba, y Tencen (las BAT), todas ellas nativas digitales, junto con otras como Netflix o Paypal, son las catalizadoras de la innovación y de las tendencias en la mayoría de los sectores o ámbitos de futuro. Alguna de ellas o muchos de los servicios que prestan, incluidas las redes sociales, comienzan a ser considerados como de utilidad pública necesaria, puesto de manifiesto por su función y apoyo dado a la comunidad durante la crisis pandémica.
Esta gran presencia de las aplicaciones y servicios tecnológicos en nuestras vidas, se verán incrementados por la fuerte aceleración de las tendencias tecnológicas en el terreno de la inteligencia artificial, con algoritmos basados en datos que facilitan la automatización de procesos para la toma de decisiones. Estamos hablando de una realidad con menos presencia de la interacción humana y esto habrá que compensarlo de alguna forma.
El empoderamiento de la comunidad científica y especialmente el control sanitario iniciado como reacción al coronavirus, se proyectará en los próximos tiempos como una tendencia sostenida, favorecida por la rapidez y los buenos resultados logrados con las vacunas, en las que tenemos puestas las esperanzas de controlar y acabar con la Covid. Formando parte de esta tendencia están las estrictas normas de salud e higiene que invitan a la generación de nuevas leyes y reglamentos en pro de una mayor seguridad y calidad de vida.
El teletrabajo ya es una realidad, pero su mayor difusión e implementación es una tendencia clara. Aunque al trabajar desde casa la pandemia lo ha convertido en una obligación para muchas empresas y trabajadores, no responde ni al espíritu ni a la concepción inicial de permitir a los empleados o funcionarios una mayor autonomía y flexibilidad a la hora de elegir espacios y herramientas para llevar a cabo su labor, asumiendo mayor responsabilidad en los resultados. Las oficinas están siendo reinventadas, para convertirlas en puntos de encuentro de aquellas tareas que requieran creatividad y trabajo en equipo. El hogar será un espacio para las tareas individuales. Haciendo así el trabajo más rentable y agradable.
La agenda verde frente al cambio climático volverá a tomar impulso tras el parón sufrido debido a la pandemia que pasó a ser la mayor preocupación. Es cierto que la contaminación ambiental se redujo durante el confinamiento como testimonio de lo nefasto que resulta para el medio ambiente la acción del hombre, pero estamos muy lejos de alcanzar los objetivos climáticos contemplados en el acuerdo de París. La nueva administración estadounidense vuelve a ese acuerdo y la Unión Europea acaba de reclamar en el Foro de Davos la unidad y la responsabilidad para combatir el cambio climático. Poniendo de manifiesto la relación entre la aparición de enfermedades, los retos sanitarios, la pérdida de biodiversidad y los daños medioambientales.
El período de expansión de la globalización parece que ha llegado a su punto más alto. Por supuesto que en algunos aspectos seguirá existiendo en los niveles alcanzados, pero la pandemia ha puesto de manifiesto la alta dependencia geopolítica y el riesgo que ello conlleva, tanto en términos de producción como de consumo y de limitación de los servicios. Los consumidores empezarán a dar más importancia al origen de los productos y los gobernantes escaparán de la excesiva dependencia de algunos países, favoreciendo la producción y el consumo local.
El capitalismo, tal y como lo conocíamos, está en crisis. Las empresas son conscientes de que han de reorganizarse centrándose más en el propósito de su aportación social y preservación del medio ambiente, sin dejar de lado el beneficio necesario. Se entrará más en la vida moral de las organizaciones en busca de un capitalismo moral. Como decíamos al principio, los ciudadanos están modificando sus comportamientos y escala de valores y, eso, marca tendencias.
La moda siempre fue catalizadora de tendencias. Escuchemos a RADIO FUTURA Enamorado de la moda juvenil
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