La lluvia moja las hojas del calendario de este mes de enero. Donde terminan las palabras está el día con sus nubes grises. Oculto el sol, a pesar de ello la luz calienta e ilumina las almas y los paisajes gritan esperanza.
Es invierno. Llueve. Mi alma y mi mirada se llenan de luz
Sinfonía de amor y lluvia en la Plaza
Llueve sobre la plaza, la ventana aparece como un cristal rayado, caen, lágrimas, las gotas. La lluvia canta en el recinto de los sueños y la ciudad contempla la memoria cansada
Llueve y en la lluvia regreso, en su contemplación escribo, las palabras son como la lluvia, mientras escucho la luz que cae y se destroza sobre los balcones. Pienso y siento. Pienso lluvia, ciudad... y la tarde es hermosa y la lluvia es hermosa. La lluvia es bella y triste y acaso como el amor, bello y triste, acaso esa tristeza sea una manera fugaz de la alegría.
La ciudad en invierno se hace memoria gris,
de árboles desnudos, la tarde de recuerdos,
los pájaros sobrevuelan los nidos ausentes.
Mientras camino, mi alma descubre los secretos
de un viento que sopla con su gélido aliento
de paisajes ocultos cuando muere la tarde
y ocurre que la nostalgia trepa en los corazones
y estampa en mis retinas la luz que la dibuja
mientras la música suena en un cuaderno de notas
y la mirada, de nuevo, nos arranca el olvido .