Desde 1505 se realiza la entrega de fogaças al santo en cumplimiento de una promesa
"San Sebastián, protégenos de la guerra, del hambre y de la peste". Este es el ruego que cada 20 de enero se realiza al santo mártir en la comarca de Santa Maria da Feira, que esta vez ha sido ligeramente modificado por este otro: "San Sebastián, protégenos de la guerra, del hambre y de la peste de Covid", la peste del siglo XXI. La invocación cobra este año particular sentido.
Desde hace cinco siglos, en este concejo situado en el litoral norte portugués, se celebra la Festa das Fogaceiras, la más antigua fiesta religiosa de la Terra de Santa Maria.
Por lo visto, en el año 1505 una epidemia de peste asolaba la comarca y los ciudadanos salieron en procesión a pedir a San Sebastián que les librase de la peste, prometiéndole realizar cada año una procesión en su honor donde le sería ofrecido un pan dulce que por aquí se horneaba en ocasiones especiales y al que por su forma cónica se llamaba fogaça.
Hasta el día de hoy se mantiene la tradición cada 20 de enero, día en que se conmemora al santo mártir, que es festivo local. Esta fiesta simbólica, -mitad civil, mitad religiosa,- se ha convertido en una de las manifestación culturales más ligadas a la identidad de Santa Maria da Feira.
El evento tiene tres partes bien delimitadas: el Cortejo Cívico, la Misa Solemne con la Bendición de las Fogaças y la Procesión del Santo. Ninguna se ha podido celebrar este año en el formato habitual debido a la pandemia de Covid-19. En ellas participan habitualmente miles de personas, destacando las niñas, las denominadas fogaceiras.
Las fogaceiras son las encargadas de representar la promesa al santo, ofreciendo una fogaça (dulce tradicional) que llevan sobre la cabeza y que es bendecida en el misa solemne. Cada año, cientos de niñas participan en este cortejo por las calles de la localidad, vestidas y calzadas de blanco para simbolizar la pureza, con una cinta de vivos colores en la cintura. En la cabeza portan una bandeja adornada sobre la que llevan la fogaça, en cuyos cuatro picos se clava una bandera de un color.
Desde el Ayuntamiento de Santa Maria da Feira se han realizado estos días numerosos llamamientos a la población para que no salga a la calle esta jornada, y cumplir así el confinamiento domiciliario vigente en Portugal desde el 15 de enero, además de evitar la ola de contagios que sufre la región. Solamente la misa con un pequeño aforo ha sido celebrada desde la iglesia matriz de Santa María, con retransmisión online a través de las redes sociales del ayuntamiento.
Fogaça da Feira
Se trata de un pan dulce con forma de cono en el que sobresalen cuatro picos en su parte superior, que representan los cuatro pináculos de la Torre del Homenaje del Castillo de Santa Maria da Feira, símbolo de la ciudad.
Actualmente, puede comerse durante todo el año, pues es fabricado en varios obradores del concejo, constituyendo una de las imágenes identificativas de la comarca norteña. Al morder este bollo dulce apreciamos una capa crujiente por fuera y una textura tierna por dentro, con ligero aroma a limón y canela.
La tradición reza que el 20 de enero ha de ofrecerse una fogaça a quien se quiera bien.
La Fogaça da Feira ostenta el sello Identificación Geográfica Protegida (IGP), existiendo una cofradía para protegerla y promocionarla (Confraria da Fogaça da Feira), así como una asociación de productores (Agrupamento de Produtores da Fogaça da Feira).
Santa Maria da Feira se sitúa a medio camino entre Aveiro y Oporto. Tiene unos 140.000 habitantes entre las 21 parroquias que la conforman, situándose en una zona del país bastante poblada e industrializada.
La Festa das Fogaceiras del 20 de enero, junto con la gran Feria Medieval celebrada en verano (una de las primeras que comenzaron a realizarse en Portugal hace casi 25 años) e Imaginarius (Festival Internacional de Teatro de Calle) son los mayores eventos del concejo.