OPINIóN
Actualizado 18/01/2021
María Jesús Sánchez Oliva

Es evidente que el nuevo año ha llegado con mala leche: además de no echar de una vez a la maldita pandemia le abrió la puerta a la borrasca Filomena y ocho días después seguimos sufriendo sus consecuencias. Es verdad que unos años nieva más, es verdad que otros años nieva menos, algunos, incluso, no nieva, pero nevar, en nuestro país, es un fenómeno normal. Raro es el invierno que muchos municipios de Asturias, Castilla y León, Aragón y otras comunidades no se queden bloqueados varios días y la noticia no causa más alarma que la necesaria. Pero doña Filomena decidió quedarse unas horas más que otras veces en la capital del reino, y el enfrentamiento entre el gobierno central y el autonómico ha politizado el asunto, y de una nevada favorecida por las bajas temperaturas, han hecho una guerra de la que el sentido común ya está harto.

Madrid ha contado con la ayuda de todos los servicios oficiales como el resto de las provincias. Parece que incluso algunas unidades de zonas en idéntica situación han sido movilizadas para ayudarles, como si los afectados en Oviedo o en León, no fueran tan ciudadanos como los habitantes de Madrid. Pero se haga como se haga, la presidenta Ayuso y el presidente Sánchez, seguirán en guerra porque a ninguno de ellos les importan los ciudadanos. Y para muestra, dos breves ejemplos:

Hace frío, mucho frío, no todos los afectados económicamente por la pandemia están cobrando las ayudas y el Gobierno no ha dudado en autorizar la mayor subida de la luz. Su vicepresidente Iglesias, alias el Coletas, cuando aspiraba a gobernar, dijo más o menos: "Un gobierno no es buen gobierno si no se enfrenta a las eléctricas". Pues ahora que gobierna y no quiere enfadarse con él hasta que no le quite el sitio, ni se le ve, ni se le oye, se ha quedado dormido al amor de su buena calefacción y a los españoles que lo votaron para que pudiera hacerlo que les parta un rayo.

El señor Casado, que no tiene necesidad de pasar frío ni pinta de haber cogido un pico y una pala en su vida, lo tuvo claro: se armó de tales herramientas y se lanzó a quitar nieve de las puertas de algunos centros de salud para hacerse una foto que circulara por las redes sociales. Es evidente que, menos trabajar por el bien de los ciudadanos, para llegar a la Moncloa, son capaces hasta de hacer el ridículo.

Una cosa han hecho bien todos: felicitar a la UME (Unidad Militar de Emergencias), incluso los que votaron en contra cuando el presidente Zapatero decidió crearla, lo que no deja de ser otra prueba de que solo los mueven sus intereses.

¡Menos mal que pronto saldrá el sol y acabará con esta guerra!

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