OPINIóN
Actualizado 16/01/2021
Francisco Aguadero

Estamos viviendo una España entre dos olas. De una parte, la de la nieve y el frío que ha obligado a una gran parte de la población a encerrarnos en casa, planteando nuevos desafíos en momentos críticos como los que vivimos. De otra, la tercera ola de la devastadora pandemia del coronavirus, que va desbocada, con cifras de contagio que alcanza las máximas cuotas habidas desde sus inicios. El españolito surfea como puede entra ambas, con la esperanza de llegar a la orilla, de salir vivo, si la vacuna le llega a tiempo, y mantener su trabajo en pie para poder alimentarse y seguir disfrutando de la vida.

Dice el refranero castellano, que suele ser certero, que "año de nieves, año de bienes". Ojalá sea cierto, necesitamos de esas alegrías. Y, si responde con la misma intensidad, sería un año 2021 muy bueno, porque con mucha nieve sí ha empezado. En los días pasados una impresionante nevada ha cubierto el campo, las ciudades, calles, tejados, carreteras, parques y jardines. Ha creado paisajes de postal, imágenes nunca vistas o perspectivas difíciles de imaginar. Hemos tenido un doble temporal de nieve y frío, solapándose ambos, desconocido para la mayoría de los nacidos en el último siglo y que vivimos por estos lares.

Indican los datos que se ha superado el récord de intensidad de nevadas y de temperaturas mínimas habidas en décadas, desde que existen registros. Suelen ser estas las fechas más frías del año y, cuando el tiempo hace lo que tiene que hacer, lo que se espera que haga, no se puede decir que haga mal tiempo. Pero, ciertamente, se han registrado en algunos puntos hasta 13 grados menos que otros años, por estas fechas ¿Tendrá algo que ver eso del cambio climático?

La sensación mayoritaria entre la ciudadanía es que estamos ante la mayor nevada del siglo y las temperaturas más bajas en mucho tiempo, también ante una de las mayores catástrofes conocidas por fenómenos meteorológicos. Diferentes comunidades, ciudades y municipios, valoran la petición de que se les declare zona catastrófica, por los cuantiosos daños ocasionados a los bienes y a las personas.

Aunque bien identificada y anunciada, la borrasca Filomena llegó y, como en tantas otras ocasiones, nos pilló mirando para otro lado, desprevenidos. Pero, ¿quién la puso así y por qué? Poner nombre a los fenómenos meteorológicos viene ya desde mediados del siglo XIX, aunque se bautizaban en distinto momento. Entonces se le ponía el nombre del santo del día en que mayor azote había dado a un lugar determinado, es decir, se le daba el nombre a posteriori. Ahora se le pone nombre antes de que llegue. El motivo es una estrategia de comunicación, que ayuda a la población a identificar de forma más rápida y precisa los avisos de prevención y poder así reaccionar protegiéndose.

Quien da nombre en España a los fenómenos meteorológicos es la AEMET, (Agencia Estatal de Meteorología española) junto a su homólogo francés, Météo France y el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera. Los tres organismos forman el Grupo Suroeste Europeo, que se encarga de estudiar los fenómenos atmosféricos que afectan a sus territorios y de ponerse de acuerdo en el nombre que dan a aquellos fenómenos que pueden afectar a la vida de los ciudadanos y a los bienes materiales. En 1980, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos, decidieron que se fueran alternando nombres femeninos y masculinos, siguiendo un orden alfabético y este es el criterio que siguen. Aunque Filomena es la primera borrasca de 2021, es la sexta de la temporada que va de octubre a septiembre y por eso empieza por "F".

Si la tercera ola de la Covid nos trae la oscuridad de un velo negro invisible, llena de incertidumbres, Filomena nos trajo la luz, el esplendor, el agua de la vida. Nevadas históricas. En algunos puntos centrales de la península nevó durante 30 horas seguidas en los días 8 y 9 de enero, dejando más de 50 litros por metro cuadrado de precipitaciones en forma de nieve y una capa con un espesor de hasta 60 centímetros.

La borrasca nos dejó muros de nieve y nos trajo una ola de frío con temperaturas históricas, desconocidas, de hasta 23 grados centígrados bajo cero. Sin duda ha sido una de las nevadas más grande del último siglo, superando todos los registros habidos. Aquel manto de nieve blanco fue cubierto por otro de tul transparente y hielo. Ambos decidieron quedarse con nosotros varios días, junto a intensos bancos de niebla. Nieve, hielo y niebla para empezar el año, a los que seguirá la lluvia y viento. España sigue tensa, entre dos olas, vamos a ver cómo terminamos.

"Si yo no tengo la culpa de ver que, entre dos tierras estás, y no dejas aire que respirar". Escuchemos a Héroes Del Silencio "Entre dos tierras"

Aguadero@acta.es

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