OPINIóN
Actualizado 10/01/2021
Carlos Javier Salgado Fuentes

Hay ocasiones en las que, en función de ciertas actitudes, a uno se le viene a la cabeza algún que otro refrán. Algo así vino a pasarme tras el último debate de los Presupuestos Generales del Estado en el Senado, resultándome inevitable acordarme de aquel que dice "del dicho al hecho hay un buen trecho".

Y es que, resulta llamativo que los partidos que conforman el Gobierno de España (es decir, PSOE y Unidas Podemos) y sus principales socios (PNV o ERC) decidiesen dar un carpetazo 'express' en el Senado a todas las enmiendas presentadas, sin permitir que mediase un debate de las mismas, ya fuese de manera individualizada o en bloques de enmiendas (como venía siendo más habitual hacer en los últimos años).

En este aspecto, llama la atención la nula voluntad de diálogo de la que han hecho gala, cuando precisamente se quejaban no hace tanto de la falta de voluntad de escuchar de Rajoy cuando aquel gobernaba. Entonces, PSOE y Unidas Podemos se presentaban como la salvaguarda de un diálogo y una voluntad de escuchar necesaria en toda democracia que se precie. Sin embargo, todo aquello se ha acabado quedando en un "consejos vendo que para mí no tengo" una vez que han cambiado las tornas gubernamentales.

De esta manera, ante el rechazo de escuchar las justificaciones dadas para las enmiendas presentadas (con el desprecio que ello conlleva del trabajo de todos aquellos que han invertido su tiempo en elaborarlas), se les dio un portazo por la vía rápida también a las sesenta enmiendas que sobre la provincia de Salamanca se presentaron en dicha cámara (las 10 del Partido Popular, y las 50 de Unión del Pueblo Leonés), que supondrían una inversión añadida para la provincia de 13 millones de euros en el caso de las presentadas por el PP, y de 173 millones en el caso de las de UPL.

En todo caso, independientemente de que desde el Gobierno y sus socios preferentes se fuesen a rechazar las enmiendas (por aquello de conllevar un trámite más fácil evitando que tuviesen que volver a votarse en el Congreso las cuentas con las modificaciones aportadas por el Senado), lo cierto es que las formas no han sido ni las mejores ni las más recomendables por mera salud democrática, además de totalmente irrespetuosas.

Y es que, más allá de que por la estrategia partidista de querer irse a Navidad con los Presupuestos aprobados se fuesen a rechazar en bloque las enmiendas de otros grupos, qué menos que permitir a los mismos que expliquen qué proyectos proponen y por qué. Asimismo, tampoco acaba de entenderse que en este país de hooliganismo partidista, se rechacen propuestas que puedan resultar interesantes y recomendables porque se mire antes al partido que lo presenta que al proyecto que se presenta.

Quizá todo se deba a que aún nos hace falta desarrollar mucho nuestra cultura democrática como sociedad, y especialmente a nuestra clase política, debiendo ser capaces de escucharnos antes de gritarnos, de aprender a dialogar, de saber ponernos en el lugar del otro independientemente de su color político, y de ser capaces de ver que, gobiernen unos u otros, el futuro del país nos afecta a todos y han de escucharse todas las voces que tengan algo positivo que aportar.

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