OPINIóN
Actualizado 03/01/2021
Carlos Javier Salgado Fuentes

La publicación del último padrón oficial por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) esta semana no ha hecho sino confirmar que la provincia de Salamanca sigue en plena caída libre, habiendo perdido casi novecientos habitantes en el último año, un dato negativo sólo superado en la comunidad autónoma por las provincias de Zamora y León, que perdieron 1.951 y 3.562 habitantes respectivamente en el último año.

Y todo ello en un periodo anual en el que la mayoría de las provincias de la comunidad ganaron habitantes, con Valladolid (+1.103), Burgos (+692), Segovia (+349), Soria (+248) y Ávila (+24) aumentando su población. Un hecho que no hace sino confirmar la tendencia que se viene dando desde que se iniciase el siglo XXI, habiendo ganado habitantes entre el año 2000 y el 2020 tanto Valladolid (+24.959), como Burgos (+10.410) o Segovia (+6.865), en contraposición a las pérdidas registradas en el mismo periodo por Salamanca (-20.488), Zamora (-32.881) y León (-45.716), provincias que registran la peor tendencia de la comunidad.

Y es que los datos socioeconómicos siguen evidenciando que Castilla y León es una comunidad autónoma de dos velocidades, que vienen a coincidir con las dos regiones que conforman y dan nombre a la autonomía. Tan es así, que si la parte castellana de la comunidad ganó casi 2.000 habitantes en el último año, la parte leonesa fue en sentido inverso, perdiendo casi 6.500 habitantes.

De esta manera, la sangría sufrida por la Región Leonesa hace que, en conjunto, la comunidad de Castilla y León haya perdido más de 4.500 habitantes en el último año, si bien se trataría de una caída de población concentrada en lo que se suele llamar "el Oeste" de la comunidad (esto es, el "y León" del nombre de la autonomía), que ha perdido cerca de 100.000 habitantes desde el año 2000, frente a los 15.000 que ganó la parte castellana de la autonomía en el mismo periodo.

Sin embargo, la despoblación de las provincias leonesas no parece preocupar demasiado ni a la Junta ni al Gobierno central, hasta el punto de que desde la Junta de Castilla y León se ha pedido a las instituciones europeas un plan especial contra la despoblación que en la comunidad sólo afectaría a la provincia de Soria, provincia para la que, por cierto, tiene ya un plan especial de desarrollo en vigor la Junta desde el año 2017, que algo de efecto positivo está teniendo, dado que en los dos últimos censos la provincia soriana ha ganado población.

Entretanto, proporcionalmente Zamora sigue desangrándose a marchas aceleradas, registrando la peor evolución de Europa si conjugamos la evolución demográfica con las tasas de actividad, juventud y vejez. Unos índices en los que, por cierto, detrás le siguen en peor evolución dentro de la autonomía las provincias de León y Salamanca, también en plena carrera hacia el abismo, y cuyos datos parecen contradecir aquellas palabras de Mañueco que, ante el debate sobre la creación de una comunidad autónoma de la Región Leonesa, la rechazó justificando que la unión de Castilla y León en 1983 bajo una misma autonomía era "un modelo de éxito".

Pero si del camino hacia la desaparición hablamos, pocos índices son peores que los que registra la Raya y el noroeste salmantino en particular. Y es que, desde el año 2000, el conjunto conformado por la Ramajería, la Ribera, el Abadengo y el Campo de Vitigudino ha perdido 1 de cada 3 habitantes, lo que traducido a cifras exactas supone una caída de 7.416 habitantes en dicho periodo, pasando de 22.859 a 15.443 moradores.

Asimismo, en el último año las cuatro comarcas del noroeste salmantino han visto reducido su censo, si bien la caída ha sido especialmente acentuada en el Abadengo, que se ha dejado más del 3% de la población en un año (perdiendo 154 habitantes), seguida de cerca por la Ramajería (-2'6%, 78 habitantes menos) y el Campo de Vitigudino (-2'3%, 96 habitantes menos), habiendo resistido mejor la Ribera, que sólo redujo su censo en 14 habitantes (-0'4%).

Por otro lado, si nos vamos a las localidades que, en términos absolutos, han perdido más habitantes en el último año en nuestra zona, destaca el caso de Vitigudino, que redujo su población en 54 personas, siguiéndole en el ranking Hinojosa (-23), Lumbrales (-19), La Fregeneda (-19), San Felices (-18), Sobradillo (-16) y Villavieja (-16), todas ellas con una caída en torno a la veintena de vecinos.

No obstante, si tomamos la pérdida de población en términos porcentuales, las mayores caídas en el último año en el noroeste salmantino las sufrieron los municipios de Cerezal de Peñahorcada (-9'0%), Bermellar (-7'5%), Sobradillo (-7'3%), Fuenteliante (-6'9%), Ahigal de Villarino (-6'5%), Barceo (-6'5%) y La Vídola (-6'3%).

Por otra parte, si ampliamos el margen de análisis a las dos últimas décadas, vemos que todos los municipios del partido judicial de Vitigudino perdieron población desde el año 2000, haciéndolo además de una manera muy acusada, pues apenas 2 de los 56 municipios del mismo (Tremedal y Peralejos de Abajo) evitaron superar la barrera del 20% de pérdida de habitantes entre 2000 y 2020. Y es que, de hecho, prácticamente la mitad de los municipios del noroeste salmantino sufrieron pérdidas del 40% o más de su población entre el 2000 y el 2020.

Todo ello no hace sino poner en evidencia que desde nuestros municipios se debe hacer piña para hacer valer la zona, y debe darse un paso al frente para exigir a las instituciones provincial, autonómica, estatal y europea proyectos y medidas que den futuro al noroeste salmantino, por encima de las siglas y los colores políticos, porque el punto de no retorno para nuestra zona está cada vez más cerca, si es que no lo hemos superado ya, y no podemos permitirnos seguir dejando pasar los años sin proyectos, medidas e inversiones que den futuro a la Raya o, de lo contrario, que el último cierre la puerta.

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