Estrenamos día,
estrenamos año.
Abrimos la agenda reluciente
por el número uno.
Atrás quedarán las angustias,
los planes fallidos,
las renuncias.
Iniciamos las páginas
de la esperanza,
de los puntos suspensivos
(porque esto aún no se acaba?).
Comenzamos a soñar
con lo posible,
con lo que vamos intuyendo
más cercano,
con aquello que
no se divisaba en la distancia.
Empezamos a ver
cómo se acerca
el día
en que podamos abrazarnos.
¡FELIZ AÑO!