Dijo el cuervo: nunca fabricarás el espíritu. Harás ovejas sicalípticas, harás androides que se mueven mecánicamente. Harás parodias, harás máquinas que se mueven por la idiotez artificial y nunca se salen de sus programas. Manosearás los genes o fabricarás otros tipos de maíz galácticos o plastificados. Simularás árboles y fabricarás muñecas de plástico para hacer masajes.
Fabricarás traductores mecánicos que hacen traducciones idiotas, sin espíritu ni comprensión del idioma. Harás simulacros que hacen los gestos de las emociones y entonces dirás que tienen emociones. Fabricarás cotorras mecánicas que te dirán poemas de amor a las cinco o te asesorarán de madrugada sobre cómo invertir en bolsa. Incluso fabricarás artilugios para masturbar a las viejas ricachonas en las tardes interminables.
Pero nunca fabricarás el espíritu, dijo el cuervo. No sé si era el cuervo de Poe o era su primo de mi pueblo de Lugo, pero era un cuervo decidido que no se andaba con zarandajas ni seguía las modas ni lo que mandan los grandes periódicos. Ni aceptaba el futuro supuesto solo porque le dijeran que era el futuro. Otros comerán sus deyecciones si les dicen que eso es el futuro, pero el cuervo no lo hará.
Dijo el cuervo: nunca fabricarás el espíritu. Y el espiritu es lo que da vida al mundo, lo que le da su encanto y su animación. El espíritu es lo que hace que valga la pena vivir y todo resulte interesante. Y el espíritu no es lo que dicen los curas ni está en el catecismo, el espíritu está libre y se escapa por todas partes. No lo atraparon los curas ni lo liquidarán ahora los mecanicistas. El espíritu es lo que nos mantiene encantados a unos para otros. Podréis hacer simulacros y soltar cocacolas (con suerte) a cambio de una moneda, pero nunca fabricaréis el espíritu.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR