OPINIóN
Actualizado 30/12/2020
Santiago Bayón Vera

El origen de la Convención para Combatir la Desertificación y la Degradación del Suelo (UNCCD) lo determinaron las crisis alimentarias del Sahel durante las décadas de 1970 y 1980. En un principio se asumió que estas crisis eran causadas por sobrepastoreo y por el avance del Sáraha hacia el sur. Sin embargo, más tarde se ha visto que la frontera del desierto es más bien fluctuante y no tan dependiente de la gestión del territorio. Los fenómenos de degradación del suelo sí dependen de dicha gestión, pero son provocados por razones más complejas que el sobrepastoreo, que por lo general no es más que un síntoma. En zonas pastoriles suele estar ligado a la sedentarización de pastores, a la restricción de la movilidad y a la intensificación de la gestión ganadera, al régimen de tenencia de la tierra y al debilitamiento de las instituciones tradicionales.

En el reconocimiento del papel clave del pastoreo han jugado un rol decisivo las diferentes plataformas de apoyo. En países desarrollados, principalmente la UE, las plataformas han estado compuestas de científicos que tomaron conciencia de la importancia del pastoreo para los procesos ambientales. En este caso, los colectivos de pastores han resultado demasiado debilitados y marginalizados, tanto por la orientación del desarrollo económico como por la percepción de la sociedad en general, como para conseguir una defensa efectiva de su medio de vida. La reivindicación de la importancia del pastoreo ha estado, en este caso, más ligada a los servicios ambientales que dejan de ser provistos cuando desaparece, así como a la elevada consideración que reciben los científicos por la sociedad, la cual tiene una cultura científica elevada.

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