OPINIóN
Actualizado 28/12/2020
Francisco Delgado

Introducción: En mi ansiosa actitud de vivir novedades después de este viejísimo 2020, la primera decisión que he tomado es la de escribir la carta a los Reyes Magos, cambiando el destinatario: Creo que los Reyes de Oriente ya están cansados de venir todos los años a Europa, como hemos observado en uno muy próximo, que se ha ido a vivir a Oriente, cargado de riquezas; y además, como los reyes de oriente y los de occidente hablan tan poco últimamente, prefiero no correr el riesgo de quedarme sin respuesta; creo que las Hadas del Bosque, que han vivido en nuestros bosques desde hace milenios, darán una respuesta más clara y generosa a mi carta.

La lista de regalos es muy larga, por lo que seleccionaré solo aquellos tres regalos-deseos que apenas necesitan un poco de buena voluntad y apenas dinero:

  • El primer deseo-regalo es que los españoles griten menos, en sus disputas, en sus enfados, en sus charlas en las tabernas o en las calles, y en consecuencia también los niños gritarán menos. Los otorrinolaringólogos tendrán menos pacientes y todos oiremos mejor, y nos deleitaremos más hablando nuestra riquísima lengua. Lo pongo en primer lugar, pues si en este año de pandemia, en el que los expertos nos han repetido que hablar en voz alta, gritar, (cantar en público en estos tiempos) aumenta el riesgo de contagio y no lo hemos conseguido, menos lo conseguiremos en tiempos normales. Si lo consiguiéramos el cociente intelectual de los españoles y su capacidad de argumentación aumentaría significativamente.
  • El segundo deseo-regalo es que recuperemos la sana alegría que nos ha caracterizado durante siglos, y que la expresemos cantando, bailando, haciendo música y no atontándonos con música enlatada o bebiendo y comiendo, ansiosamente, en exceso. Aunque esto lo debamos posponer aún un poco, hasta el final de la pandemia, no debemos olvidarlo pues nuestra salud física y mental colectiva mejorará.
  • El tercer regalo-deseo: Los poderes públicos deben ir diciendo a los adultos-niños aún apegados al coche (como juego y joya, no como necesidad) que ya se ha terminado el tiempo de invasión de las calles de las ciudades por las mortíferas máquinas: que todas las grandes ciudades del mundo se están trasformando en ciudades y barrios de quince minutos de recorrido para ir al comercio, al trabajo o al colegio, en bicicleta o andando. Si seguimos yendo en coche a la calle la Rúa o a la Gran Vía, se van a reír de nosotros, sin piedad, todos los que han comprendido que con el coche tendremos pandemias un año sí y el otro también.

Señoras Hadas de los Bosques, con estos tres regalos, más la propina, para el 2021 seré un ciudadano feliz y agradecido a mis semejantes, gracias a Vosotras.

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