OPINIóN
Actualizado 16/12/2020
José Alfredo Pérez Alencar

Julio Collado leyendo sus versos en otro acto celebrado en el Auditorio de San Francisco (foto de Jacqueline Alencar)

Julio Collado, buen amigo abulense, me hizo llegar el pasado día 11 un poema suyo en diálogo con San Juan de la Cruz. Me comentaba que lo leería el lunes 14, en la nueva edición de las jornadas poético-musicales que anualmente se celebran en la hermosa ciudad de Ávila, para memorar el nacimiento del notable Poetón de Fontiveros.

No tengo el nombre del resto de poetas, pues la tarjeta que me llegó desde la organización sólo indicaba el título del Encuentro: "Una luz en la noche de la historia: Juan de la Cruz". Entiendo que habrán intervenido José María Muñoz Quirós y José Pulido, entre otros, como Javier Sancho, director de la Universidad de la Mística, quien anualmente suele ofrecer el pórtico inicial. También destacaba el lugar: Auditorio Municipal de San Francisco.

Y claro, sé de cierto que allí estaba Julio Collado (Muñopepe, Ávila, 1949), poeta, profesor, columnista del Diario de Ávila, conferenciante, coordinador de talleres literarios en institutos abulenses y en la sede de la Fundación Caja Ávila, así como guionista y presentador de Campañas de Animación a la Lectura en diferentes radios y televisiones de su ciudad. Como escritor tiene publicados cuatro libros de literatura infantil en la Editorial Edelvives, además de haber participado, con cuentos, poemas y relatos, en varios libros colectivos (Rutas literarias por Ávila y provincia; Una métrica diferente; Chile en el corazón, Arca de los afectos, Palabras del Inocente, No Resignación, por citar algunos). Participó, como poeta invitado, en el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, dedicado a Gastón Baquero.

Collado dialogó con este texto de San Juan de la Cruz:

"No quiero dejar aquí de decir la causa por que, pues esta luz divina es siempre luz para el alma, no la da, luego que embiste en ella, luz, como lo hace después, antes le causa las tinieblas y trabajos que habemos dicho?. que las tinieblas y los demás males que el alma siente cuando esta divina luz embiste, no son tinieblas ni males de la luz, sino de la misma alma, y la luz le alumbra para que las vea. De donde, desde luego le da luz esta divina luz; pero con ella no puede ver el alma primero sino lo que tiene más cerca de sí o, por mejor decir, en sí, que son sus tinieblas o miserias, las cuales ve ya por la misericordia de Dios, y antes no las veía, porque no daba en ella esta luz sobrenatural. Y ésta es la causa por que al principio no siente sino tinieblas y males; mas, después de purgada con el conocimiento y sentimiento de ellos, tendrá ojos para que esta luz la muestre los bienes de la luz divina..." (2N 13, 10)

Y aquí su poema (ilustrado con esta foto de San Juan de la Cruz captada por José Amador Martín):

SOBRE LA LUZ

Dime Juan en qué punto de la alborada

viste la luz

y cómo fue su encuentro.

Porque estoy perdido en la noche

y tengo miedo.

Soy tan poca cosa y es tan grande

mi ansia

que temo su llegada y desvele mi adentro.

Enséñame la escala, Juan,

no me deslumbre y perezca luego.

¡Ay! ¿Querrá conversar conmigo

el Dios del silencio?

Dile que a la vera de la fuente

cada día, yo le espero.

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