OPINIóN
Actualizado 12/12/2020
Ángel González Quesada

En ocasiones, cuando trata uno de razonar escribiendo, o de escribir pensando o, peor, de escribir escribiendo, a uno lo asalta la ventana abierta, lo que hay ahí, el fiero animal de los recuerdos, ese humo de desesperanza que intentamos ocultar y que está lleno de los que se fueron. A veces, cuando se recuerda tanto dolor, tanto tiempo de tristeza, la cara de la melancolía y el sabor ahora tan conocido de las lágrimas, uno quisiera irse, aprender a desandar, borrarse... Irse de la mano de quien se ama. Entonces uno busca báculos, guías, luces... Y es entonces cuando la poesía lo halla a uno desvalido en el recuerdo, cuando la fuerza del consuelo de la palabra surge, o tal vez no, y solo sea la fuerza del deseo de consuelo, un escape a otra parte, a otro pensamiento... irse, con la derrota a otra parte. Un dolor tal vez ya escrito por otros hace tiempo y que uno, frente al dolor de ahora, no sería capaz de poner en letras. Y el dolor se torna, tal vez, porvenir en los versos, y estos, claridad:

"OTRAS PARTES

¿oiste/ corazón?/nos vamos

con la derrota a otra parte/
con este animal a otra parte/
los muertos a otra parte/

que no hagan ruido/callados como están/ni

se oiga el silencio de sus huesos/
sus huesos son animalitos de ojos azules/
se sientan mansos a la mesa/

rozan dolores sin querer/
no dicen una sola palabra de sus balazos/
tienen una estrella de oro y una luna en la boca/
aparecen en la boca de los que amaron/

pasan noticias de sus sueños/
arrastran sus lágrimas con un pañuelito detrás como barriendo el padecer/
como no queriendo mojarlo/
para que el padecer estalle y arda y haga asiento donde sentarse a pensar otra vez/

nos vamos/ corazón/ a otra parte/
hace mal que no podás sacar los pies de la tristeza/
aunque es tristeza que besa la mano que empuñó el fusil y triunfó/
y tiene corazón y guarda en su corazón una mujer y un hombre pasando como tigres por el cielo del sur/

una mujer y un hombre como tigres enjaulados en la memoria del sur/
besando hijitos que nunca más van a crecer y ahora cosen la tierra al aire/ cosen

tucorazón/ corazón/ sus animales/ una mujer y un hombre caminando por el cielo del tigrecomo tigre que canta

vámonos con esta perra a otra parte/
no tenemos derecho a molestar/
nuestro solo derecho es empezar otra vez
bajo la luz del sol sereno/

los límites del cielo cambiaron/
ahora están llenos de cuerpos que se abrazan
y dan abrigo y consolación y tristeza
con una estrella de oro y una luna en la boca/

con un animal en la boca mirando el centellear
de los compañeritos que sembraron corazón
y levantan su corazón ardiente
como un pueblo de besos/"

JUAN GELMAN, Hacia el Sur.

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