Los pastores imitan en gran parte las soluciones de los animales silvestres frente a los retos de las tierras marginales. Pero la adaptación a unas condiciones complejas requiere en gran medida una elaborada adaptación cultural.
Donde surge la cultura pastoril y la dimensión pastoralista de la cultura como un paso más allá en la adaptación a las condiciones medioambientales. Además de una elaborada cultura de monitoreo del estado del pastizal, el pastoralismo implica adaptaciones sociales como son: la gestión comunal de las tierras como herramienta para minimizar el riesgo ante la gran variabilidad espacial de la producción vegetal a pequeña escala; las gerontocracias y el otorgamiento del poder a los ancianos como repositorio de saber ante desafíos periódicos pero muy espaciados en el tiempo, como pueden ser las grandes sequías; la especialización de diferentes sectores de la población (mujeres, hombres, jóvenes, niños) en distintas tareas relevantes para la comunidad; o el uso de derecho consuetudinario y las instituciones tradicionales para gestionar los recursos comunales