OPINIóN
Actualizado 06/12/2020
Rubén Juy

Nosotros somos los que no respetamos distancias, los que nos bajamos la mascarilla disimuladamente

Que la gestión de la pandemia en España ha sido nefasta desde el principio no es algo que yo vaya a desvelar en este artículo, creo que está suficientemente claro. Sí me gustaría dedicarle estas líneas a todos los bares, restaurantes y sector de la hostelería, en general, de nuestro país.

Cualquiera que me conozca me podrá definir como muchas cosas, pero no como alguien que frecuenta, de forma diaria, los bares. Eso no quita, claro está, que de vez en cuando me guste salir a tomar unas cañas, unos pinchos o simplemente a cenar. Creo que va en nuestro ADN social el hecho de poder disfrutar del ocio, de la cultura gastronómica y de todo lo bueno que nos proporciona este sector tan rico, en todos los sentidos de la palabra.

Hasta aquí bien. Pues ahora os diré otra cosa. Os puedo asegurar que, desde que tenemos toda esta problemática del Covid, no solo no los frecuento menos, sino que voy siempre que me lo permiten. Ayer, mismamente, fue el primer día que los abrieron en Salamanca y yo estuve cenando, en un restaurante, fabulosamente.

¿Qué por qué hago este sacrilegio? Muy sencillo. He podido fijarme, cada vez que he asistido durante estos meses a diferentes establecimientos hosteleros, que son unos de los lugares donde más se cuidan las normas y los protocolos sanitarios. Habrá de todo, como en cualquier cosa de esta vida, pero, al menos en mi experiencia personal estos meses (que os puedo asegurar que no es poca, precisamente), todos y cada uno de los locales han cumplido con sus medidas a rajatabla. Mascarilla obligatoria hasta que sea necesario quitarla para comer, gel hidroalcohólico en cada esquina, aforo reducido, desinfección de mesas y sillas cada vez que hay nuevos clientes...

¿Dónde está el problema entonces? El problema lo tenemos nosotros, señores, no los bares. Nosotros somos los que no respetamos distancias, los que nos bajamos la mascarilla disimuladamente y los que buscamos, SIEMPRE, cualquier recoveco legal para aprovecharnos de la situación.

Los camareros y los empleados no tienen culpa de que tú seas un irresponsable y de que te saltes las normas a la torera. Quizás un poquito sí en la forma de atajar esas irresponsabilidades. Ahí yo lo tendría claro; cliente que no cumpla las medidas de seguridad, cliente a la calle. Y si no, está la Guardia Civil o la Policía para recordárselo de otra forma menos agradable.

El problema de que en el sector cultural no haya apenas contagios y en el sector hostelero sí, no es de los dueños de los establecimientos, sino de las personas que van allí como si estuvieran en el salón de su casa un domingo por la mañana. Tenemos la puñetera manía de que, cuando nos sentamos en la silla de cualquier bar, nos convertimos en auténticos expertos de todo. Hablo de expertos de verdad, no como los del gobierno. Sabemos absolutamente de cualquier cosa de esta vida. Si nos dejaran a nosotros, meteríamos más goles que Leo Messi, haríamos las mejores leyes de la historia y cocinaríamos mejor que el mismísimo Ferrán Adrià. En España tenemos la santa manía de saber de todo, cuando, en realidad, la mayoría de nosotros, no tenemos ni repajolera idea de nada.

Así nos pasa, que cuando los señores políticos van a su particular bar (el Congreso de los Diputados) dicen cosas como que nuestra gestión de la pandemia ha sido la mejor de toda Europa, que en España es donde más test se hacen o que nuestros sanitarios son los que mejores condiciones laborales tienen.

Y mientras, los obreros cerrando bares, teatros, cines, tiendas...

Y mientras, más contagios, más muertos, más tristeza...

Y mientras, y mientras, y mientras...

Y mientras nosotros no hagamos nada, todo continuará igual.

Nos leemos el próximo domingo o, si lo preferís, durante la semana en Instagram.

@rubenjuy

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