Ansia de ver la belleza entre la niebla, caminar bajo ella
sin ver en la distancia, sin caminar juntos y el silencio.
Caminar en el encanto de la luz, abismo claro, incierto,
la bruma entre las piedras, dibujo perdido de las bóvedas
de las torres sagradas de una amanecida indiferente.
Son los ojos ciegos del alba, cuando se cierra el día
sintiendo el llanto que moja nuestro sentir, la duda
entre las nubes bajas que se enredan al aire.
Se hace corto el encanto y en los ojos la sombra
que es niebla y ceguera que hay siempre en el hombre
para ver ese horizonte que la vida se deja en el camino.
Llora la niebla sobre las calles y los parques mojados de luz
con la textura de las mañanas grises bajo árboles de ausencia
y baña la madrugada que se sumerge entre los sueños
cuando caminar juntos no supone necesariamente compartirlos.
y la niebla es manto de vida sin importar la ausencia
es silencio del hombre que sostiene la luz cuando despierta
en ese encanto de blancura que nos sacude al alba en la paz de la ciudad entre la niebla que llora indiferente.