Tengo el alma rota.
Perdida, vagando, en derrota.
Esparcida en añicos.
El corazón destemplado,
helado, frío.
Nado en el pasado de tu compañía,
mecida en nostalgia,
la sonrisa vuelve a mis labios y te encuentro,
joven lozanía,
sombra de mi sombra,
eterna amiga.
Quererse en cada gesto,
en cada mirada,
en las manos juntas y en sueños de almohada,
quererse en la música y en la confidencia,
en miedos y esperas,
crecer ambas como ramas
de la primavera.
Quererse en la luz y en la tiniebla,
en la distancia y la aurora,
otoño de la vida que nos une y nos quiebra,
la muerte de ti se enamora.
Quererse sin remiendos y con algarabía,
la locura de las risas,
de las bromas, de las prisas,
inolvidables canciones,
alegría compartida.
Llorar ante dolor pequeño
sin saber que el destino
de sufrimiento está lleno.
Cómo he admirado tu fe inquebrantable
tu fortaleza de hierro,
el encarar los envites con carcajada o silencio,
con la abnegación que envuelves tantos días inciertos.
La vida es un vestido prestado.
Qué difícil comprenderlo.
Tengo rota el alma.
Sólo pueden llenar mi vacío
tu cariño,
tu amistad
y tu recuerdo.
A mi Cati querida, In memoriam. Por siempre amiga.