Los desplazamientos trashumantes tradicionales "a pie" por las vías pecuarias vienen sufriendo una importante recesión desde mediados del siglo XIX. El uso del ferrocarril para el trasporte del ganado trashumante, que durante más de un siglo tuvo gran relevancia, cesó en 1996, fecha en la que RENFE suspendió el servicio.
A partir de los años 60 comenzó a emplearse el camión, y hoy día, es la forma habitual de realizar los desplazamientos. Los traslados "a pie" son minoritarios, algo presentes en zonas donde los recorridos son cortos. Los largos desplazamientos son prácticamente testimoniales.
La carencia de mano de obra y la dificultad para encontrar pastores profesionales, la falta de relevo generacional, la dureza de las tareas que comporta, el escaso asociacionismo entre ganaderos y otras dificultades de carácter social y económico, en particular la pérdida de rentabilidad económica, son algunos de las principales limitaciones a las que se enfrenta la actividad.