OPINIóN
Actualizado 30/10/2020
Isaura Díaz Figueiredo

Ninguna sociedad escarmienta viendo lo que pasa en otra. En Venezuela el mecanismo de control de precios en general y del mercado inmobiliario en particular, no solo destruyó la oferta de inmuebles, sino que además de pulverizar los precios, consecuentemente afectó a un gran porcentaje de la población que a falta de disponer de inmuebles a un precio razonable entre las partes ( El arrendador no impone un precio abusivo al arrendatario, porque simplemente no lo cobra), viven atiborrados en casas de familiares o generan construcción de un rancho (vivienda ilegal), en cualquier terreno baldío del cual se puedan apropiar.

Un auténtico desastre. En la nación de Maduro existen miles de viviendas cerradas, que sus propietarios no alquilan por estar la renta regulada. Otro ejemplo es la pérdida brutal del valor de los inmuebles: la caída brutal de la demanda y la desastrosa situación económica, quien hizo una inversión, que en cualquier parte del mundo se hubiera revalorizado, en tres lustros perdió el 40% de su valor de adquisición. Esto es solo posible en modelos socialistas y comunistas, confiscatorios de la propiedad y enemigos del mercado. Increíble lo que está sucediendo en España, de la mano de socialistassanchistas y comunistas (Podemos). Vemos con dolor, como nuestra vieja España, ya no se parece a que era el espejo comunista. Ya es otra Venezuela, las similitudes son espantosas, dantescas y horrorosas.

Lo que se proponen con limitar los precios de alquiler, se llama intervencionismo y punto. Al final la gente no podrá alquilar ni independizarse porque no habrá mercado. Este desgobierno es el virus letal para la economía. Hay ideologías que ciegan, y el marxismo es una de ellas. Vamos a la mayor de las ruinas. Se están cargando la nación.

Vivimos una sociedad infantilizada y cobarde que no se atreve a dar una golpe en la mesa contra el des-Gobierno. Fijémonos en las manifestaciones independentistas ¿Qué vemos?: miles de niñatas y barbilampiños que solamente buscan el attrezzo colocando bien la banderita republicana. Si enfrente hubiera una respuesta contundente y proporcionada saldrían huyendo y llorando a casa: " papá man pegao". No hay solución, la educación ha fallado, y con la Ley Celaá? el despropósito es cruel, tiene que haber alguien que de solución a tanto despropósito.

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