Profesor de Derecho Penal de la Usal
Los ciudadanos estamos sufriendo en todo el mundo las consecuencias de la denominada "segunda ola" de contagios de la pandemia de la Covid-19. La verdad es que ya llevamos con esta "oleada" varios meses y en lugar de frenarse los contagios se están expandiendo mucho más; aunque también es cierto que parece que es menos letal que durante la primera etapa, dado que los fallecidos que se anuncian diariamente son afortunadamente menos. Recordemos que durante el Estado de Alarma las cifras llegaron a crecer en tan solo un día en España hasta los 2466 fallecidos; eso sí, por todas las causas, aunque por el coronavirus se atribuyeron ese día 849.
Ante esta situación países como Francia y Alemania están adoptando medidas más restrictivas que las que se toman en España. En Alemania, la canciller Ángela Merkel ha pactado con los Länder (regiones) medidas muy duras para las ciudades que tengan, al menos, una tasa de contagios de 50 por cada cien mil habitantes y Francia ha decretado el toque de queda en París y en otras 8 ciudades, desde las 21,00 hasta las 6,00 horas. A su vez, Portugal ha declarado el Estado de Calamidad.
Por su parte, en España, de acuerdo con los criterios generales consensuados entre el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas, Castilla y León ha decidido confinar e imponer medidas más restrictivas para ciudades como Salamanca, además de las ya previstas. En Cataluña, la Generalitat suspende congresos, ferias y convenciones y cierra salas de juego, bares y restaurantes . Estos últimos no podrán servir en los mismos establecimientos aunque sí llevar comida y bebida a domicilio. En Andalucía se confina el municipio de Écija y se incrementan las restricciones en Granada con la suspensión de las clases presenciales en la Universidad; medida criticada puesto que cierra las aulas universitarias (y hay que recordar que la seguridad sanitaria en las aulas, al menos en nuestra universidad salmantina, es muy aceptable, doy fe de ello) y mantiene los bares abiertos, cuando el contagio se percibe más evidente en estos lugares de restauración, sobre todo en las reuniones de los jóvenes. Es habitual encontrar infinidad de terrazas, en las que las reuniones sociales son multitudinarias, no respetando las distancias de seguridad ni de número máximo de personas juntas y sin la mascarilla puesta.
Todas estas limitaciones podrán criticarse más o menos, modificarse, discutirse y adaptarlas necesariamente a las situaciones concretas. Es lógico, sensato y coherente. Lo que bajo ningún concepto resulta admisible es la actitud del gobierno de la Comunidad de Madrid, que está mostrando un comportamiento ruin, mezquino y negacionista ante la evidencia generalizada de reconocer que estamos en una situación de estado de necesidad y cuando existe colisión entre dos bienes jurídicos hay que actuar para salvar al más importante, aunque haya que sacrificar a los demás con las restricciones oportunas. La vida y la salud, en la escala de los derechos humanos, están en la cúspide y hay que actuar firmemente para su salvación. De lo contrario estaríamos actuando, no sólo inmoral e irracionalmente, sino, incluso de forma presuntamente delictiva.
Eso es lo que está haciendo el gobierno de la Comunidad de Madrid, con la complicidad (incluso yo diría más, con la cooperación necesaria e incluso la coautoría) de los políticos nacionales del PP, con Pablo Casado a la cabeza. Es irracional el comportamiento de los populares, porque no se pueden lanzar sistemáticamente dardos envenenados en el Congreso de los Diputados ?dentro de las sesiones de control al gobierno- por la declaración de Estado de Alarma en Madrid que, recordemos, fue declarada por ser absolutamente necesario dado que el gobierno de la "iluminada" Ayuso se negó rotundamente a adoptar medidas restrictivas. Resulta sarcástico que la máxima mandataria de una Comunidad Autónoma declare en una cadena de televisión que "si cierras restaurantes haces que el contagio se vaya a las casas". Ante estas declaraciones indecentes e irresponsables, desde el Café Pavón (establecimiento ubicado en la calle Embajadores, de Madrid) han respondido a la presidenta en redes sociales diciendo lo siguiente: "como bar nos da vergüenza que la presidenta esté más preocupada por los bares y restaurantes que por los médicos, los enfermos y la atención primaria. Es así".
La actuación de personajes políticos de este calibre es realmente muy grave porque Ayuso está siendo la mejor embajadora del "Trumpismo" en España con su "ultra conservadurismo" y su negación reiterada, consciente y manifiesta ante la evidencia de la pandemia. El propio vicepresidente de la Comunidad (Aguado, de Ciudadanos) ha admitido que no han cumplido ni con las promesas de contratar los rastreadores necesarios ni con la realización de los test prometidos hace tan sólo unos meses. A pesar de ello, Ciudadanos sigue apoyando a Ayuso, ese personaje mediocre que haría mejor dedicándose a la comedia grotesca, al humor casposo y rancio, puesto que su esquizofrenia política hace que siga viviendo en un mundo paralelo en el que todo funciona diferente a lo prevenido por las evidencias científicas y sanitarias.