Vanessa Gallardo, responsable de los talleres de la Fundación Venancio Blanco | FOTOS: Carmen Borrego
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CULTURA
Actualizado 10/10/2020
Charo Alonso

Imparte clases de arte y grabado entre las piezas rotundas del artista de Matilla de los Caños. Rincón de olivos, fuerza de la piedra monástica, la columna perenne de la tradición...

De la tierra surge la escultura de Venancio Blanco en los jardines del Arroyo de Santo Domingo, donde Vanessa Gallardo da clases de arte y grabado entre las piezas rotundas del artista de Matilla de los Caños. Rincón de olivos, fuerza de la piedra monástica, la columna perenne de la tradición? y con Vanessa, de la modernidad: trazo de obra que conquista el espacio en sus inspiradoras, sorprendentes instalaciones artísticas.

No sabía que Venancio Blanco se dedicara a la docencia.

Dio clases durante muchos años en Madrid en una Escuela de Arte y luego, todos los veranos, en Priego de Córdoba, en los talleres de escultura. Antonio López daba los de pintura y Venancio Blanco, los de escultura, fundición y dibujo.

Que seas un buen artista no significa que seas un buen maestro.

No, la verdad que no. Puedes ser un gran artista, pero las cualidades docentes las tienes que tener también. Por mucho conocimiento que tengas, si no sabes transmitir, si no tienes esa empatía y esa cercanía y esa forma de saber contar, es muy difícil que la gente aprenda algo tan abstracto y complejo como es el arte, el dibujo, la pintura, la escultura. Gran parte de ello tiene una parte procesual, pero también una base de aprendizaje muy importante. El dibujo es la base de todo, así lo decía Venancio, y sin dibujo hay una pata que flojea.

¿Qué recuerdos tienes de Venancio, fallecido en 2018?

Lamentablemente yo le conocí poco, no he tenido tanta suerte como mis compañeros de Madrid. Mi recuerdo de él es el de una persona súper entrañable, un genio, una persona muy generosa, un hombre que daba todo y al que le apasionaba su trabajo. Le encantaba el arte, la escultura, el dibujo, encerrarse en su taller, divertirse. Siempre hablaba de esos divertimentos de taller, que eran todas estas cosas que haces de manera azarosa y que salen y que de repente, te enamoran. A Venancio le encantaba todo eso y parte de sus esculturas tienen un poco que ver con esas cosas del azar, que a veces eran algo fabuloso para incorporar en su lenguaje plástico. Destacaría su grandeza también como persona y como artista, yo he tenido la oportunidad de conocer a muchos artistas y Venancio no tenía ese ego artístico de otros. Venancio, pese a ser un genio, era tan afable y cercano, siempre dispuesto a enseñar algo, sin querer casi, era como una enciclopedia viviente.

Esta tierra dura da muy buenos escultores. ¿Cuál es tu formación, Vanessa?

La verdad es que hay muchos escultores, y artistas en general. Quizás también tener una facultad de Bellas Artes hace que broten nuevos artistas que se forman aquí y dejan parte de sí. Yo soy doctora en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, hice un master de producción artística y me licencié en Bellas Artes aquí.

¿Y cuál es tu trabajo en la Fundación Venancio Blanco?

Soy la responsable de los talleres artísticos que imparte la Fundación y de la parte didáctica, ya que gestiono e imparto las visitas guiadas. Ayudo en el soporte expositivo tanto en montaje como en comisariado si se necesita, formamos un gran equipo. Paralelamente soy gestora cultural y trabajo también en ZINK Espacio Emergente desde hace unos años.

Y como gestora, ¿Crees que la pandemia va a cambiar nuestra forma de relacionarnos con la cultura?

Yo creo que es el mejor momento para que la gente, además de estar en los bares o en las terrazas, se dedique a la cultura, creo que la pandemia puede venir muy bien siempre que las autoridades lo permitan, por supuesto, y nos ayuden, a que la gente pueda volver a estos espacios fomentando muchísimo más este tipo de actividades tanto culturales como artísticas.

Pero yo ahora no te puedo traer a mi clase a una visita, por ejemplo.

Ahora no, al menos en la misma medida que antes. Hemos realizado muchas visitas guiadas con colegios en colaboración con Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. Tal vez ahora las instituciones deben replantearse este tipo de actividades. Si no podemos hacer una visita guiada para veinticinco, quizás sí para quince personas, lo importante es que se vayan de aquí con una idea de la obra de Venancio y su legado. Quizás también habría que incorporar otro tipo de recursos didácticos para que se visiten esta y otras exposiciones por ejemplo con una audioguía o una visita virtual en la página web. Hay que saberse reinventar y superar un poco todos estos problemas para avanzar y seguir creando cultura, que la necesitamos.

Es magnífico que tengáis aquí una sala de exposiciones y un Taller de Arte.

Venancio siempre quiso montar una escuela de arte, qué mejor lugar que este, en su tierra. Creo que se sentirá orgulloso ya que poco a poco lo estamos consiguiendo, con mucho trabajo y mucho esfuerzo, pero gracias a todos los alumnos que tenemos, que son tan maravillosos, lo conseguimos.

Enseñas arte a niños, jóvenes, mayores? ¿Cómo te sientes más cómoda?

A mí me gusta dar clase a todo aquel que quiera aprender, me da igual su edad. Tengo niños de todo tipo, pero si a uno no le gusta y está porque sus padres quieren que aprenda a dibujar y él no, ese niño va a ser infeliz y yo voy a estar triste porque lo voy a ver infeliz. Lo mismo pasa con un adulto. Soy feliz siempre que mis alumnos vengan con ganas de aprender y de disfrutar, no me importa la edad, tengo alumnos desde 4 años a 96. Realizo un proyecto con la Fundación "RosaMaría" que es de carácter intergeneracional, en el que impartimos talleres artísticos y terapéuticos en residencias de la tercera edad. Lamentablemente este año no hemos podido empezar aún y echo muchísimo de menos a "mis abuelitos", yo ya no tengo abuelos, pero les tengo a ellos que me quieren como tal, y los quiero que los adoro. La pandemia está siendo muy devastadora para este tipo de espacios, y me da mucha pena porque son los grandes olvidados. El arte es muy importante en esa edad, no se acuerdan de mi nombre, pero sí de las clases y es muy gratificante ver como a partir de estos talleres artísticos se fomenta la motricidad fina, la memoria. El arte quizás no cure, pero ayuda muchísimo, es una terapia fundamental.

Para mí ha sido una terapia en el confinamiento y ahora.

Por el confinamiento estoy ahora gestionando materiales online, sobre todo en grabado, que es mi especialidad. Hago recursos para que mis alumnos puedan dedicarle un poco más de tiempo en casa, siempre que lo tengan, además de las clases y que cuando vengan podamos aprovechar un poco más el taller que es donde tenemos la práctica y los tórculos, las tintas, el espacio?

Eres la profesora de grabado de Carmen Borrego. ¿Qué tiene el grabado?

Antes de hacer Bellas Artes hice un Grado Superior de Grabado y Estampación en Zaragoza porque tuve la suerte de tener una profesora maravillosa en bachillerato que me dio técnicas gráfico-plásticas. Ella había hecho grabado y le entusiasmaba y creo que me transmitió esa pasión de alguna manera por la gráfica, fue un proceso que me encantó. Más allá del dibujo, de la pintura, de la escultura, vi en el grabado quizás ese proceso de generar la huella, la matriz y la incisión, de tener mucho más contacto con el soporte.

Qué hermoso "generar la huella".

Si, el abanico de posibilidades gráficas, de técnicas, me entusiasmó, y conforme más aprendía, más me gustaba. Todas mis amigas dicen que soy una mujer de procesos, de hecho siempre me dicen "Se te da genial cocinar porque eres una mujer de procesos". Es como el grabado, tengo una capacidad, no de aprenderme las cosas de memoria, pero sí de comprenderlas. Si las comprendo, el proceso está asumido y el grabado es así, tiene una estructura que es compleja, pero que una vez la comprendes, es apasionante. Es la disciplina que he conseguido dominar porque me apasiona su proceso y me encanta la huella, la incisión, rellenar con la matriz con la tinta, estampar, el tórculo, que de repente te ves allí como el siglo XII con una herramienta súper rudimentaria que me encanta porque tiene toda esa esencia del trabajo artesano que está muy poco valorado. Y esa parte artesana que pueda tener la gráfica, después la puedes extrapolar a la escultura, a la instalación, porque los soportes son muy variables. Nosotros estamos acostumbrados a que el grabado suele ser en papel y el papel es muy versátil, puedes hacer miles de cosas.

¿Qué cosas?

El que mi tesis doctoral fuera sobre gráfica e instalación me permitió ampliar muchísimo más mi campo de trabajo e instalarlo en una cierta contemporaneidad, no solo desde una perspectiva reproducible sino más bien producible. Normalmente el grabado era "Voy a hacer una matriz y hago quinientos iguales", pero yo con esos iguales hago una instalación, múltiples reproducibles se convierten en un original único. Meterme en el taller y olvidarme, eso me encanta, me da pena no tener más tiempo para poder hacerlo.

Ese es el problema, das clases, trabajas ¿Y tu propia obra?

Tengo una amiga que me ha dejado las llaves de su taller y he estado estampando allí, o trabajo aquí y luego en casa. Me pongo a hacer serigrafía en la mesa de la cocina y me hago una instalación de 20 metros por 3, me vuelvo loca, mi marido me quiere matar. Hice una instalación de serigrafías con carborundo y estaba toda la casa llena. Es una técnica muy rápida y tenía que irla poniendo por todas partes, la cocina, las habitaciones, la cama?

Que tu marido es igual que tú, háblanos de "ILUSTRASAL".

Él es ilustrador gráfico y estamos juntos en ZINK, junto a Raquel Lara y Hui Yen Chang. "Ilustrasal" empezó en el 2016 con unas charlas-coloquio de ilustradores nacionales que venían a Salamanca y contaban un poco su proceso de trabajo. Nuestro objetivo era llegar a los alumnos de la Facultad de Bellas Artes porque considerábamos que se necesitaba hacer algún tipo de congreso simposium que estuviera relacionado con la ilustración, el diseño, ya que aquí no se hacía. La universidad nos dio su apoyo y una sala del espacio de Fonseca, y nuestra sorpresa fue que llenamos cada día la sala. Vino gente de toda España porque por ejemplo, tenías la oportunidad de disfrutar una charla y taller gratuito de dos horas con Pablo Amargo. Salió muy bien y fue abrumador al principio. Ilustrasal es un proyecto que se hace con el Ayuntamiento de Salamanca y Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca. ArteMiranda además nos echa un capote igual que Letras Corsarias, son como nuestros amigos que siempre están ahí para ayudar. Tenemos como norma traer artistas de Salamanca y gente de fuera, el segundo año ya lo llamamos congreso y el tercer año pasó a ser internacional.

Yo ya me he hecho adicta?

Este año lo estamos gestionando para realizarlo online. En otras ediciones se hacen demostraciones de dibujo en vivo, una actividad muy chula que es "Lápiz y birras" que realizamos en colaboración con Laura Macías, María Simavilla y Dani Blázquez. Ilustrasal es un proyecto súper bonito y estamos encantados de que nos sigan apoyando. Este año la universidad tiene limitados los eventos, pero hemos preparado una propuesta online, no queremos que el proyecto muera por el coronavirus, y en esto estamos trabajando.

¿Y tu obra?

Sigo trabajando en mi obra y tengo instalaciones por hacer, pero es verdad que estamos en muchas cosas. El 5 de octubre la Fundación inaugura nueva exposición en Valladolid con sus fondos de obra gráfica. Es una exposición ambiciosa titulada "Diálogos", el comisario es el Presidente de la Fundación, el hijo de Venancio, Francisco Blanco Quintana. En ella se genera una serie de diálogos de las obras de Venancio con las de autores como Feíto, Picasso, Guayasaín, Chagall, Matisse? grandes artistas que forman parte de los fondos, es un lujo que una fundación como la nuestra tenga estos fondos. También estamos preparando, a ver si es posible que sea pronto, una exposición de la obra de nuestros alumnos.

Entre las esculturas, los olivos seculares, la huella de los dominicos sabios y versados en derecho de gentes, el taller de Venancio Blanco cobra trazo, color y deja huella en todos los que acuden a las clases de Vanessa Gallardo. Artista original, prestigiosa, plena de dones, se entrega a la docencia con ese apasionamiento y generosidad que caracterizaba a Venancio Blanco, el dibujante, el escultor, el maestro. Y es aferrada al tórculo, como una artesana, piloto de esta hermosa nave varada en el Arroyo de Santo Domingo, como quiero ver a una artista tan contemporánea, tan capaz de seguir el trazo de la tradición y la modernidad. Lenguajes nuevos con una técnica ancestral. Herencia de la tierra más allá del diálogo del artista de la instalación. Es la esencia del arte? insólita sorpresa.

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