El éxodo a los pueblos para evitar aglomeraciones y los requisitos para salir del país
Un mal verano para la hostelería y el comercio, pero no desastroso, al menos en el medio rural. Esa es la conclusión a la que se llega en zonas rurales, que han sido el destino de numerosos ciudadanos que han querido pasar las vacaciones lejos de las aglomeraciones de las grandes ciudades, del turismo de sol y playa y ante la dificultad de salir del país por ocio.
La comarca de la Sierra de Francia es uno de esos destinos que ha logrado salvar en parte la temporada gracias a su oferta de ocio para pequeños grupos, localidades de pocos habitantes y una extensa oferta de actividades al aire libre, perfectas para estar seguro ante el coronavirus.
Los datos del INE así lo certifican, el turismo rural fue el que más se recuperó en julio, con 430.000 viajeros que realizaron 1,5 millones de pernoctaciones, un 10% menos que hace un año gracias a que las pernoctaciones de residentes se dispararon el 18,7% y compensaron en parte la caída del 68,9 % registrada en las correspondientes a turistas internacionales.
La ocupación de estos establecimientos creció el 3,1% frente a julio del año pasado y se situó en el 30,1 %, según los datos del INE, que añaden que los precios bajaron el 1,4 %. Castilla y León se mantuvo, un mes más, como el destino preferido para los amantes de este tipo de turismo, con 235.465 pernoctaciones, el 13,2 % más que en julio de 2019, mientras que Asturias alcanzó el mayor grado de ocupación (47,8 % de las plazas ofertadas).
La tendencia se repitió en agosto y no ha sido hasta septiembre cuando se han frenado los buenos números de los visitantes al medio rural. De esta manera, y aunque no a niveles de otros años, han podido salvar la temporada en espera de una mayor estabilización del sector.