OPINIóN
Actualizado 28/09/2020
Antonio Matilla

Es de común opinión entre los sociólogos ?algo sabrán, que al estudio de la opinión se dedican- que una mayoría importante del personal "passsa" mucho de las instituciones, especialmente de la Iglesia. Eso puede ser verdad. Pero, en estos tiempos de verdad líquida, es también lo cierto que "algo tendrá el agua cuando la bendicen". O sea, que no es casualidad que en el Archivo de la Catedral conservemos Estatutos del Cabildo desde el Siglo XIII, aunque el Cabildo existía desde mucho antes, desde antes de nuestra Universidad, una de las cuatro más antiguas del mundo, pues no en vano la Universidad tuvo su origen en el Estudio del Claustro catedralicio y en éste se llevaron a cabo algunos de los actos más importantes de la vida universitaria, particularmente en la capilla de Santa Bárbara, recién restaurada. De modo que el Cabildo es una de las instituciones más antiguas de Salamanca, excepción hecha de la propia diócesis, restaurada por Ieronimus de Periguex, ex capellán del Cid y candidato a la autoría, de momento anónima, del Cantar del Mío Cid, una de las primeras joyas de nuestra Literatura.

Pero las instituciones, para mantenerse en pie y adaptarse a los nuevos tiempos, o ayudar a crearlos, deben estar siempre en reforma activa. Es lo que ha ocurrido con estos Estatutos, que sustituyen a los que aprobó el obispo Dr. D. Mauro Rubio Repullés en 1993, hace más de veintisiete años. Don Mauro tiene gran importancia en mi particular "memoria histórica", pues fue el que me ordenó como diácono y como presbítero, al parecer en contra de algunos que me consideraban demasiado inmaduro o rebelde para estos menesteres clericales.

Y hablando de clérigos, los actuales Estatutos adelgazan su presencia ?la de los clérigos- en el Cabildo catedralicio, pues de un máximo de dieciocho canónigos que se contemplaban en los anteriores, hemos pasado a doce, pero con la conciencia clara de que raramente superarán la media docena, pues las normas canónicas son extremadamente democráticas y exigen cesar automáticamente en el oficio al cumplir los setenta y cinco años. A esa edad algunos estaremos "mu p'allá", pero otros estarán a pleno rendimiento intelectual. Da igual, todos cesados en el oficio y en el voto, no en la opinión, que es garantía constitucional y de sentido común. Renovarse o fenecer.

La tradición heredada es una de las grandes riquezas que atesora la Catedral, como el Patrimonio inmueble y mueble que nos legaron nuestros antecesores y que tenemos el deber de cuidar, conservar, mantener, restaurar, revalorizar y ofrecer al público disfrute y contemplación, tal como mandan las Leyes vigentes. Pero el patrimonio más valioso de la catedral son nuestros empleados, los trabajadores. Tan importantes son para el Cabildo que, por decisión unánime, acordamos no meterles en un ERTE, y menos hacer un ERE, sino mantenerles el contrato tal cual, aunque, como todos, estuvieran encerrados en casa por la pandemia durante largas semanas.

Intuyo, además, que el peso de los trabajadores laicos en la catedral será cada vez mayor en un futuro no lejano. No porque no haya suficientes sacerdotes, que también, sino sobre todo porque, como laicos cristianos bautizados y comprometidos, tendrán cada vez más protagonismo en el desempeño de los oficios y las responsabilidades necesarias para mantener las funciones de la catedral, que son ante todo, de evangelización y de culto litúrgico, porque de la evangelización y el culto surgió la cultura y el arte que vivificaron las piedras de la catedral y hoy nos maravillan a propios y extraños, creyentes y no creyentes, sensibles ante la Historia viva y la Belleza que contiene y expresa.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >El Cabildo de la Catedral renueva sus Estatutos