En este principio de curso, tan incierto, en el que parece que estamos en una segunda oleada de la pandemia del virus corona, está siendo todo un desafío comenzar y sacar adelante el curso escolar recién iniciado.
Uno de los desafíos más costosos es y será de aquí en adelante el de la docencia presencial, el que el curso se desarrolle en los centros educativos, con la presencia del alumnado y del profesorado, pese a los riesgos que ello pueda conllevar, que hay que correrlos y abordarlos.
Las autoridades tienen la responsabilidad de la planificación del curso, de dotar a los centros educativos del profesorado necesario, para evitar masificaciones, algo que, por desgracia, a tenor de las noticias que escuchamos en estos días, no se está cumpliendo como se debiera.
Las políticas, que llevamos padeciendo ya desde hace años en nuestro país, de recortes en sanidad y en educación, así como de debilitamiento de la sanidad y de la enseñanza públicas, al final le hacen un gran daño a nuestra sociedad y nos perjudican a todos.
Y, pese a todo, estos días estamos viendo a maestros y maestras, profesores y profesoras dar el do de pecho, en esa labor continua y abnegada de entrega, para que el curso, pese a todas las dificultades, vaya saliendo adelante y para que la enseñanza presencial, que es la más justas y menos discriminatoria del alumnado, sea una realidad en medio de esta crisis sanitaria.
Estos días de atrás se enarbolaba una lanza a favor del profesorado ?ese conjunto de héroes a los que la sociedad no acaba de dar el merecido reconocimiento, por una labor en este tiempo muy difícil de llevar a cabo? en un programa vespertino de radio, dirigido por el periodista Carles Francino y, en un periódico de ámbito nacional, David Trueba publicaba un artículo subrayando la importancia que tiene la labor docente y los enseñantes que la llevan a cabo
Una importancia muy grande para toda la sociedad, en favor del bien común, que ha de ser siempre el más alto de los objetivos políticos, sociales y profesionales; en favor de la mejora de la sociedad, a través de la formación de los niños, adolescentes y jóvenes.
Y gestos públicos de ese estilo de los que indicamos, de reconocimiento de la labor en bien de toda la sociedad de maestros y profesores, son muy necesarios, en una sociedad como la española que, desde hace años, viene siendo muy cicatera con el sector docente; y no digamos ya los gobernantes que han hecho de los recortes la única política en materia educativa.
Así, ¿cómo vamos a avanzar y cómo nos vamos a modernizar y cómo van a acceder a la dignidad los sectores más desfavorecidos de nuestro país?