OPINIóN
Actualizado 22/09/2020
Marcelino García

Ahora más que nunca necesitamos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos reconozca el derecho de todos a un medio ambiente sano. Si no edificamos nuestro futuro sobre este precepto básico, estamos condenados a desaparecer.

Marcos Díaz Prado

Defensor de los Derechos Humanos

En más de 100 países alrededor del mundo, el derecho a un medio ambiente sano goza de estatus constitucional ?la forma más sólida de protección legal existente-. En España, el artículo 45 de nuestra Constitución establece que "todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo". Este mandato, incluido en el Título Primero sobre los derechos y deberes fundamentales, exige su cumplimiento por parte de las instituciones y poderes públicos, que han de velar por los recursos naturales a fin de proteger y mejorar la calidad de vida y el medio ambiente.

Además, al menos un total de 130 estados han ratificado tratados regionales de carácter supranacional que incluyen de manera explícita el derecho humano a un medio ambiente sano: tratados que abarcan el continente de África, y regiones como América Latina, el Caribe, Oriente Medio y partes de Europa y Asia.

Ante esta situación, algunos expertos y relatores de las Naciones Unidas han señalado que ha llegado el momento y la necesidad de que la Asamblea General reconozca formalmente este derecho para combatir los deterioros de la contaminación, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación, que causan la muerte a más de 8 millones de personas al año. Es por ello que el derecho a un medio ambiente sano, recogido en nuestra Constitución y en la de más de un centenar de países, debería elevarse a la categoría de Derecho Humano, de la misma forma que lo son la igualdad ante la ley o la libertad de expresión, para que la defensa de este ámbito se lleve a cabo también desde las más altas instituciones.

El reconocimiento mundial del derecho humano a un medio ambiente sano es fundamental para complementar, reforzar y ampliar este marco legal ya existente. De esta forma, el reconocimiento de este derecho por una institución como las Naciones Unidas ayudaría a reconocer que este derecho debe ser protegido de forma universal.

Según expertos independientes de las Naciones Unidas, cada cuatro segundos la vida de un ser humano termina prematuramente debido a la exposición a la contaminación y demás peligros ambientales. Ante este contexto, nada puede ser más fundamental que el derecho al aire limpio, al agua potable, a la prosperidad de la biodiversidad, al clima estable y a los ecosistemas saludables. En este sentido, se vuelve esencial utilizar todas las herramientas disponibles para enfrentar los desafíos climáticos y sus efectos devastadores, como lo son la contaminación, la extinción de las especies y el cambio climático.

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