OPINIóN
Actualizado 11/09/2020
Toño Blázquez

La memoria es trasgresora, caprichosa, indocumentada e injusta; la memoria es desobediente y esta cualidad tan específica viene de fábrica. Es un universo tan veleidoso y antojadizo que uno no sabe si quererla u odiarla.

A estas alturas de mi vida, por ejemplo, mi memoria aún ve físicamente a muchos iconos artísticos que han decorado mi vida. Yo, mismamente, veo de vez en cuando a Mari Trini cantando "Yo no soy esa" o "Una estrella en mi jardín". El otro día disfruté de lo lindo viendo en directo a Paco de Lucía interpretando lo mejorcito de "Fuente y caudal" y Camilo Sexto se me apareció la otra noche, serían las tres de la mañana, interpretando "Perdóname".

El repertorio de Aute lo escucho casi a diario pero no el audio, lo veo a él, en persona. Y el que no haya toros ahora me da igual; el capricho de la memoria me lleva a ver a "El Viti" torear de corto en La Glorieta con aquella chaquetilla de terciopelo negro con golpes de botonadura charra, o a Dámaso González hacer magia con toros imposibles. Y como la memoria está loca y no pide documentación, Juan José se me aparece y me cuenta cosas de cuando era un chaval y tuvo que aprender de golpe qué era eso de la Alternativa.

La memoria, que está mal de la chaveta, me devuelve mi vida pasada a cada momento. Y por eso creo que si un día la pierdo espero pillar antes una buena sábana para dar el pego de ser un atractivo fantasma.

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