OPINIóN
Actualizado 31/08/2020
María Jesús Sánchez Oliva

La vuelta al cole es una de las cosas más satisfactorias para nuestros niños. Ellos, al contrario que los mayores al volver al trabajo, no sufren ningún trauma por tener que volver a sus tareas escolares. Al contrario. El reencuentro con sus profesores y compañeros siempre es motivo de alegría, pero si los primeros aires del otoño no son capaces de matar al maldito coronavirus, algo que lamentablemente no parece probable, la alegría de este curso tiene los días contados.

En unos días se abrirán los colegios y los alumnos volverán a las aulas. Dicen las autoridades pertinentes que han trabajado intensamente durante todo el mes de julio para que comience el curso con todas las medidas necesarias para evitar contagios, pero esto ni se lo creen los profesores, ni se lo creen los padres, ni se lo creen los alumnos ni creen ellos que su mensaje sea creíble. ¿Han contratado profesores suficientes para que las aulas dejen de estar masificadas? ¿Han contratado el personal de limpieza suficiente para que todas las dependencias estén limpias al cien por cien? ¿Cuántos colegios y cuantas aulas que se cerraron para suprimir gastos han vuelto a abrirse?? Ya no es cuestión de buena o mala voluntad, es cuestión de medios, tanto materiales como económicos, y rehacer en un mes lo que llevan años destruyendo es imposible, y ellos lo saben mejor que nadie.

Sabedores de que en breve tendrán que empezar a cerrar colegios, y con el fin de que su responsabilidad no quede en entredicho, han optado por empezar a buscar culpables, y todos los mensajes que lanzan son para encontrarlos. El más evidente de todos es el dirigido a los padres: los que lleven a sus hijos al colegio con síntomas de enfermedad, serán duramente castigados, parece que hasta con multas importantes. ¿Pero qué demonios tienen sobre los hombros, cabeza o sombrero? Los padres normales, que son la mayoría, cuando sus hijos amanecen una mañana con fiebre no los llevan al colegio, los llevan al médico, y los profesores, cuando ven que uno de sus alumnos está enfermo, no necesitan leyes para saber que tienen que llamar a sus padres para que vayan a recogerlo.

Seguro que no encontrarán ningún culpable, pero pongámonos en guardia, cambiarán de mensaje para que aparezcan.

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