OPINIóN
Actualizado 18/08/2020
Fernando Robustillo

Me ha costado lo mío, y lo suyo, entender la manifestación antimascarillas del domingo en Madrid. Sí, señor Bosé, "lo suyo", solo entendible en una persona presuntamente instalada en la post ambigüedad.

Como persona bien informada, usted tiene conocimiento de que el número de muertos en el mundo por la pandemia ("plandemia" según ustedes) se acerca al millón. Y fuere pandemia o "plandemia" (plan de exterminio según ustedes), desde nuestro delirio de ser personas normales con el ego bajo control creemos que el mejor método de combatir la pandemia es la prevención.

Qué sentido tiene propagarla con una manifestación sin mascarilla y sin guardar la debida distancia. No se entiende. El método de los suyos -usted confirmó su presencia y no asistió- es dar alas a un virus que sin la desescalada del señor Simón hubiera conducido a la muerte a trescientas mil personas.

La manifestación fue un auténtico despropósito: Insultos, descalificaciones y proclamas contra la información ("vosotros, periodistas, sois los terroristas").

Que el virus es de diseño lo defienden los manifestantes conspiratorios, y los llamados negacionistas nos quieren hacer creer que más de cuarenta mil fallecidos en nuestro país por covid-19 lo han sido por muerte natural.

Y por último, yo que le conozco a usted de toda la vida y de todas las muertes -buenas gentes-, por qué no deja un halo de esperanza a esos antivacunas y en lugar de decirles "yo soy la resistencia" les pide que cambien el chic, pues la vacuna es el único camino. Es más, reconcíliese con Bill Gates y luche en su misma dirección.

Y lo siento, señor Bosé, o le doy la enhorabuena, como quiera, pero si esto le anima le diré que en la presente semana poco ha faltado, por su presunta irresponsabilidad, para que usted le quitase el trending topic al emérito Juan Carlos o al anodino Barça. Pero no se confunda, en lo personal le deseo todo lo mejor.

¡A quién no le gustaría hacer algo para que la situación cambiara! Mientras escribo, levanto la mirada a través de la ventana y al ver a la gente transitar con mascarillas siento inmensa nostalgia de ese pasado tan próximo que era vivir sin temor, unas mascarillas que son hoy, más que un filtro de protección, el símbolo de un verano que se pierde.

Desengáñese: no se puede hacer nada, solo escuchar a la ciencia.

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