Retrato de Santiago castelo, por Miguel Elías
El viernes 29 de mayo de 2015 falleció quien así escribía: "El corazón al viento, la palabra medida/ y un derramarse hondo otra noche de junio/ temiendo que la adelfa se nos vista de nube". Se trata del periodista y poeta José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 1948 ?Madrid, 2015), quien no pudo ver publicado en vida su libro "La sentencia", por el que fue reconocido un mes más tarde con el XXV Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma. Meses después fue publicado por Visor, ya como libro póstumo. Como periodista hizo toda su carrera en ABC, del cual en 1988 fue nombrado subdirector, y en 2010, año de su jubilación, pasó a presidir el comité asesor editorial de ABC. Hasta su fallecimiento, y desde 1996, Castelo era Director de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. También era miembro de las academias Cubana y Norteamericana de la lengua. Entre sus libros de poesía destacan: Tierra en la carne (1976), Memorial de ausencias (1978, que obtuvo en 1982 el premio Fastenrath de la Real Academia Española), Monólogo de Lisboa (1980), La sierra desvelada»(1982), Cruz de guía (1984), Como disponga el olvido (1985), Al aire de su vuelo (1986), Antología extremeña (1991), Habaneras (1995), Hojas cubanas (1997), Siurell (1988), Cuerpo cierto (2001), La huella del aire (2004), Quilombo (2008), La hermana muerta (2011) y Esta luz sin contorno (2013). Recibió varios premios nacionales de periodismo: Ex Fogueró (1984), Julio Camba (1993) y Martín Descalzo (2000); y de poesía: Gredos (1982) y Alcaraván (1999).
Entrañable fue nuestra amistad, surgida gracias a don Gastón Baquero. Aquí les dejo un poema suyo, escrito en 2014, recordando a su maestro cubano-español. Hoy, en este caluroso lunes de julio, también grande es la nostalgia que tengo de este extremeño-americano conocido como Santiago Castelo.
Gastón Baquero y Santiago Castelo en el Aula Magna de la Universidad Pontificia, durante el homenaje organizado por la Cátedra de Poética Fray Luis de León, dirigida por Alfonso Ortega (foto de Jacqueline Alencar, 1993)
NOSTALGIA DE GASTÓN BAQUERO
Para Alfredo Pérez Alencart
Fue una larga amistad de más de treinta años.
Yo era apenas un joven lampiño y veinteañero
y él fue mi profesor de amor a Hispanoamérica?
Porque era eso: un poeta, un enseñante a amar
que deslumbraba a todos con su palabra exacta.
Tenía las manos grandes y unos ojos muy tristes.
Inmensamente tristes. Y aquel acento suyo
que envolvía las cosas de poesía y belleza,
bajo el sereno poso de su mirar cansado.
Me dio el dulce veneno que da la cubanía
y cuando yo más tarde me prendé de La Habana
me puso el gentilicio de «habanensis» perpetuo.
En los últimos años le traía de Cuba
lo que más le colmaba su alma de exiliado:
cartas y libros de jóvenes poetas que adoraban su nombre
y, a escondidas, cambiaban sus versos manuscritos.
Gastón Baquero el grande, el maestro, el amigo.
Hoy quiero recordarlo en aquel homenaje
que le dio Salamanca donde fue tan feliz.
Era abril en las flores con las noches aún frías,
y más para aquel hombre que siempre fue cubano.
Aquellos ojos tristes se volvieron dichosos
y entre las nobles piedras que doran Salamanca
el aire se colmó de palmeras reales
para enjugar la lágrima que lloraba por Cuba.
(2014)
Alfredo Pérez Alencart, Santiago Castelo, Pilar Fernández Labrador y José A. Pérez (foto de Jacqueline Alencar)