OPINIóN
Actualizado 23/07/2020
José Alfredo Pérez Alencar

Marcos Ana en Salamanca, con A. P. Alencart, la poeta peruana Sylvia Mirada y el escritor mexicano Ignacio Padilla (Calle Compañía. Foto de Jacqueline Alencar)

Ahora que pocos, muy pocos, recuerdan la figura y la obra poética del salmantino Marcos Ana (Fernando Macarro Castillo), conviene publicar siquiera un breve poema suyo. Grande humildad la que supo demostrar; un ejemplo a seguir respecto al perdón y al continuar adelante, a pesar de los malvados. 23 años en las cárceles franquistas estuvo el de Alconada y Ventosa del Río Almar. Luego supo estar con los amigos, como cuando estuvimos con él en Salamanca o en su casa de Madrid, en la calle Narváez, 30.

MI CASA Y MI CORAZÓN
(sueño de libertad)

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.


Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.


Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.


Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

Jacqueline Alencar, Marcos Ana, Sylvia Miranda y el pintor vasco Rafael Ruiz Romero, en la Plaza Mayor de Salamanca (foto de A. P. Alencart)

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