OPINIóN
Actualizado 18/07/2020
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

El pasado domingo se celebraron las elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia en las que hubo una participación sensiblemente inferior a otras confrontaciones electorales debido a la situación social que, por desgracia, estamos viviendo en casi todo el planeta: las limitaciones de las actividades vitales, en general, provocadas por la pandemia de la Covid-19.

En Galicia, el candidato Feijóo (que iba en las listas del PP) ganó cómodamente y se proclamará presidente de la Xunta por cuarta vez consecutiva; lo que merece felicitaciones y elogios, más en una situación como la actual, en la que la fractura política es la nota dominante en la práctica totalidad de los territorios de España. Es justo y honesto reconocerlo, pero también es preciso resaltar que Feijóo ha sido listo y hábil, dado que en ninguno de sus carteles electorales aparecían visibles las siglas del PP (que continúa en claro declive desde que lo dirige el extremista Casado).

Aunque el líder de la oposición aparezca sonriente ante los medios de comunicación por la victoria de Feijóo, la realidad es bien diferente y, probablemente, Casado tendrá que poner esas florecientes barbas a remojar para que cuando Feijóo quiera dar el salto a la política nacional no se las afeiten en seco. La prueba más evidente de que el presidente gallego no está de acuerdo con la radicalidad de su partido son las últimas declaraciones sobre la portavoz del PP en el Congreso, Álvarez de Toledo, de quién ha dicho que "es muy difícil ser portavoz con tanto ruido".

No se equivoca Feijóo, porque ese "ruido" es el que ha "espantado" a los electores en Euskadi. Y eso que el PP concurría junto a Ciudadanos, convencidos de que obtendrían la victoria electoral -ingenuos ellos- desconociendo que el electorado vasco no perdona tanto "ruido" a la hora de hacer política. El PP y sus enfurecidos seguidores parecen haber olvidado que el terrorismo de ETA fue derrotado por el sistema democrático con la presidencia de un gobierno español socialista, el de Zapatero. El PP ignora o, mejor dicho, quiere ignorar, que ante un escenario sin violencia terrorista no se puede concurrir a unas elecciones con los mismos argumentos y las mismas promesas que cuando aquélla violencia criminal existía. Por tal motivo, Casado prescindió de los líderes moderados del PP vasco, que conocen la realidad y trabajan conforme a ella y, en su lugar, situó a un líder, Carlos Iturgáiz, que sólo sabía nadar ante las aguas revueltas provocadas por el "ruido" del terrorismo y del enfrentamiento. Y no para acabar con el ignominioso "ruido", sino para incrementarlo aún más. El resultado ya lo conocemos todos y algunos lo vaticinamos hace mucho tiempo: la derrota más indignante y dolorosa de un PP, que junto a Ciudadanos, ha obtenido sólo 6 (y el último conseguido tras el último recuento, este viernes, 17) de los 75 escaños que componen el Parlamento Vasco. Y la culpa es exclusivamente del señor Casado, no de los electores como insinúa sin tapujos la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso.

Pero no escarmientan y después del resultado electoral del pasado domingo, Casado, Álvarez de Toledo y la referida Ayuso siguen calificando de "amigos de los terroristas, de los independentistas, de los asesinos y de los bolivarianos" a PNV, Bildu, PSE y Elkarrekin-Podemos-IU. Ellos sabrán, porque si continúan así poco a poco desaparecerán. Los ciudadanos cada día quieren menos "ruido" y más "sensatez, diálogo y consenso" entre las fuerzas políticas. Tan legítimos representantes del pueblo vasco son los elegidos por el PP como los elegidos por Bildu. Así es, por suerte, el sistema democrático; algo que desde el PP no se ve con buenos ojos.

Estoy seguro que si el PP sigue por la senda que marca su líder, Casado, acabará como la historia de amor que protagonizan "Ella y él" en la famosa canción titulada "ruido", de Joaquín Sabina: "Ella le pidió que la llevara al fin del mundo,/ él puso a su nombre todas las olas del mar/ se miraron un segundo/ como dos desconocidos./ Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,/ ella quiso barcos y él no supo qué pescar/ y al final números rojos/ en la cueva del olvido,/ y hubo tanto ruido/ que al final llegó el final".

Los últimos sondeos del CIS sobre intención de voto en unas elecciones generales ratifican ese estancamiento del PP y la subida de apoyos para PSOE y Podemos. Y recordemos que los sondeos del CIS (que preside Tezanos, ese tan demonizado por la derecha política y mediática) para las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi, no fueron muy diferentes de los resultados reales obtenidos por cada una de las formaciones políticas.

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