La muerte por COVID 19 de personas mayores ha puesto sobre ellas el foco de la atención pública. Se ha llegado a hablar, siempre en términos exagerados, como el adiós a una generación.
Es verdad que, por poner una fecha, nos estamos refiriendo a la generación de Mayo del 68, que hace más de medio siglo trasmutó los valores tradicionales de las generaciones anteriores. Hay un antes y un después respecto a esa fecha. A partir de ella, los jóvenes se incorporaron a las responsabilidades sociales, y se primaron, como nunca hasta entonces, los conceptos de libertad, justicia social, solidaridad, pacifismo, amor libre, equiparación racial, feminismo?
Hasta entonces, la sociedad llevaba al menos siglo y medio estancada, predominando los valores conservadores que forzaban una estabilidad social impuesta frente a las ansias participativas de una generación dispuesta a romper con el pasado. Fue la generación del "pide lo imposible", "queremos todo y lo queremos ahora", "haz el amor y no la guerra" y otros eslóganes a cuál más efectista. Fue la época de las grandes marchas por la igualdad racial en los Estados Unidos, contra la guerra del Vietnam, por la participación de los jóvenes con sus necesidades en la reciente sociedad de consumo?
El común denominador a todo ello fue la libertad frente a la ortodoxia.
Me lo acaba de recordar mi hija mayor al agradecer que sus padres le inculcaran el principio del inconformismo frente a todo el conservadurismo que ahora ve que predominaba antes de aquella época. La libertad de decidir por uno mismo, la consideración de la radical igualdad de todos los seres humanos se asentaron en aquel periodo de la Historia.
Claro que lamentablemente ha habido exageraciones y distorsiones de aquellos valores. Pero sus principios siguen siendo lo que conforma la sociedad tolerante y participativa de hoy. Por eso hay que reconocer el mérito de aquella generación y, al menos, no dejarla que muera en el olvido.