Recuerdo que hace un año, por estas fechas, la poeta y editora costarricense Monthia Sancho me escribió para solicitarme un poema dedicado a la notable Eunice Odio, a quien deseaba celebrar en su primera centuria. Entiendo que fue el amigo Javier Alvarado, poeta panameño, quien le habló del homenaje salmantino que yo estaba preparando dentro del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, dedicados a San Juan de la Cruz y a Eunice Odio, y cuyas antologías, por mí preparadas, presentamos los primeros días de octubre la concejala de Cultura María Victoria Bermejo y este escriviviente.
Hoy he estado de nuevo en mi despacho del Campus de Unamuno, luego de más de tres meses de ausencia. En mi casillero encontré un sobre que contenía el libro Territorio de Voces y Fuego. Homenaje a Eunice Odio, publicado por la editorial Estucurú, de San José. Grande alegría por la grande y misteriosa Eunice, un homenaje en su patria primera, de la que salió para no volver jamás: alegría porque estas nuevas generaciones de paisanos suyos saben deleitarse con su excepcional poesía.
La obra está vertebrada en dos partes diferenciadas, con poemas dedicados a ella al inicio, y luego con traducciones a treinta lenguas de un par de textos suyos. En la primera, titulada "Tránsito de Voces", aparece mi texto junto al de los poetas costarricenses Juan Carlos Olivas, Lil Picado, José Ricardo Chaves, Jorge Chen Sham, Miguel Fajardo Korea, Mía Gallegos, Julia Hernández, Monthia Sancho y Magda Zavala. También se incluyen poemas de los mexicanos Alfredo González y Fernando Emilio Saavedra Palma, del colombiano Ramiro Lagos y del panameño Javier Alvarado. No se quiso excluir dos hermosos textos de destacados poetas, ya fallecidos, que la conocieron y trataron en México: Efraín Huerta (México) y Carlos Martínez Rivas (Nicaragua).
A. P. Alencart y el panameño Javier Alvarado en el Colegio Fonseca de la Universidad de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Es justo destacar el prefacio escrito por Peggy von Mayer Chaves, reconocida especialista en la obra de Eunice, y las palabras de apertura, a modo de saludo, firmadas por María Bonilla. La ilustración de cubierta utiliza la obra "Estandarte Eunice Amor", del artista plástico Cali Rivera.
La sección segunda contiene traducciones o versiones de tres poemas. En primer lugar "Si pudiera abrir mi gruesa flor", del libro Territorio del Alba y otros poemas: Se publica al Cabécar (lengua indígena costarricense, Severiano Fernández); al Chino mandarín (Ding Mi), Hebreo (Amir Or) e hindi (Mandalesh Dabral).
El otro texto, eje central de esta segunda parte, es "Poema primero (Posesión en el sueño)", del libro Los Elementos Terrestres y otros poemas. Aquí los idiomas y sus traductores son los siguientes: Albanés (Xevdet Bajraj), Alemán (Claudia Sierich), Árabe (Imam Lajjman), Catalán (Concha García), Chino mandarín (Yin Xiaoyuan), Dulegaya (Panamá, Arysteides Turpana), Estonio (Jüri Talvet), Francés (Gabriel Martín), Gallego (Yolanda Castaño), Griego (Katerina Tserké y Rania Tzifopulu-Konstantinidis), Guaraní (Vilma Mariela y Nélida Otazu), Inglés (Allain Pallais), Italiano (Ángela Gentili), Japonés (Yaxkin Melchy Ramos e Isana Kobayashi), Maltés (Antoine Cassar), Mapuche (Javier Milanca), Maya kaqchikel (Guatemala, Negma Coy), Mixteco (Florentino Solano), Náhuatl (Simón Cojito), Otomí (Xico Jaén), Polaco (Zuzanna Geremek y o otras), Portugués (Victor Oliveira Mateus), Quichua (Julio Coronel), Rumano (Carmen Bulzan), Ruso Pável (Grushkó) y Zapoteco (Elvis Guerra).
Finalmente, el tercer poema de Eunice se titula "Al poeta William Carlos Williams" y se publica con la traducción al inglés realizada por el propio poeta norteamericano.
Agradezco a Monthia Sancho por este entrañable libro de 130 páginas bien enlazadas. También por el detalle de enviarme un sello (estampilla) conmemorativa del primer centenario de la extraordinaria Eunice Odio.
Portada de la antología, con retrato de Eunice Odio, obra del pintor Miguel Elías
MI HOMENAJE A EUNICE
"La más notable poeta en lengua castellana del siglo XX es (fue, será por mucho tiempo) la poco conocida Eunice Odio (1919-1974). Murió como mexicana, aunque antes había sido guatemalteca y eso sin olvidar que a Costa Rica le corresponde ser su patria de nacencia Eunice Odio sigue la estela del Cantar de los Cantares y del Cántico Espiritual; de Salomón o el escriba anónimo celebrante del amor carnal y de Juan de Yepes, que versionó al primero para obtener el zumo supremo del misticismo hispano. Para mi gusto, la casi anónima costarricense-guatemalteca-mexicana es la tercera en la línea de sucesión. Dos libros le bastan para ello: el erotismo con tendencia a lo divino, lo trascendente, lo místico de Los elementos terrestres (1948, Premio Centroamericano de Poesía) y el cántico a lo divino desde la pasión humana, de Tránsito de fuego (1957)?" A. P. A.
Mi poema se incluye en las páginas 44-45 de Territorio de Voces y Fuego. Homenaje a Eunice Odio. Claro que a Costa Rica solo envié la primera parte del mismo, para no abusar en la extensión. Ahora lo reproduzco completo, tal y como salió en la antología "Eunice, cien veces cien (Edifsa, Salamanca, 2019).
A. P. Alencart y María Victoria Bermejo, concejal de Cultura de Salamanca, con las antologías (foto de José Amador Martín)
EUNICE, CIEN VECES CIEN
I.
Tu cabellera quema
el borde de la carne y el cielo,
llameando historias
de milenarias intimidades,
mundos derramados
para tus huesos victoriosos,
Eunice,
mientras de nuevo
desembarcas con tu voz
que levanta llamados:
a ti responden
hasta los desiertos,
las florestas lejanas, las
mariposas?
Con tu Amado ya no padeces
la deriva del pan
crucificado ni palpita
la pesantez de los advenedizos.
Callaré tu secreto, tu hondo
misterio en continuo
nacimiento, Eunice,
extraña viajera que giras
el recodo de esta avergonzada
centuria.
De pronto, tiemblas conmigo.
II.
Vives en la resurrección,
Eunice,
mueres y resucitas
en letras impregnadas del
sagrado manantial
y de la corteza astillada
del existir.
Te trenzas una corona
para hundirte y levantarte
bajo los deseos del Amor,
esos que refrendan la jerarquía
de tus esponsales, amando
por dos con el lenguaje azul
de las hechizadas.
Hermana que ofreces tu cuerpo
para el holocausto, sé
traducir las visiones que dictas
mientras asciendes más allá
de los ojos;
sé borrarte
todo signo de extranjería,
toda pobreza en tu faz de ámbar
donde se refleja la manzana.
Así, otra vez, tiemblas
conmigo.
III.
No permites ley de duelo,
Eunice,
y te desenredas del espino
la noche terrenal
cuando buscas desaprender
del mundo.
Tarea exacta para alejarte
del drama del tiempo,
con la lengua en llamas,
entregada a la bienaventurada
profecía.
Ilesa eternidad la noche
de las noches, palabras que
flamean un fuego
que no consume: perdonas
desde detrás de los labios,
como el Señor que todo
padeció.
Tienes un ángel proporcionándote
músicas que ensanchas adentro,
acordes que no son
para el oído.
Vivo goce somos,
cuando tiemblas
conmigo.
IV.
Eres huérfana de patria,
pero con brújula,
Eunice,
necesaria para transitar
las millas del amor
y los vientos contrarios
de la mendicidad.
En tálamo oloroso
yaces con tu Amado
y olvidas contratiempos
o pesares.
Así saltas este siglo,
con anhelos alados
bajo un eclipse divino,
anudada al espíritu volante
y al alumbramiento
del corazón.
Así sientes tuyos
a Juancito y Salomón,
con cantares buscando en ti
su renovada melodía.
Se ocultaron los caínes,
Eunice:
es tiempo de volar
cruzando nuestras alas.
En la misma antología, en las solapas, se incluyó este otro poema mío:
Perfil de Salamanca. Foto de José Amador Martín
EUNICE EN SALAMANCA
I.
Prevalece
tu canto en la ciudad antigua.
Con nosotros te desdoblas
y te vuelves semilla
o alma subida en brioso unicornio
instalado bajo las goteras
del misterio.
El amor ablanda, Eunice,
y te alejamos
del prisma olvidadizo.
Te sabemos capaz
de una vigilia sin ocaso.
Entonces te convocamos
para que nos enseñes
tu corazón.
II.
Tu creación sigue en pie,
Eunice,
de ella brotan huellas,
incesante resplandor:
desde aquí la encomendamos
a otras generaciones.
Ábreles caminos
y devuélveles a la raíz
de la sólida Poesía.
Hoy todo está anémico,
Eunice.
Un momento de la presentación de T"erritorio de Voces y Fuego", en San José
e