OPINIóN
Actualizado 30/06/2020
Francisco Delgado

El viernes pasado asistí a una conferencia de la escritora Rosa Montero sobre "Creación y locura", tema clásico y antiguo en Psicología y Psiquiatría, y en el trascurso de la conferencia informó de un dato sobre lectura ( obviamente los escritores estamos siempre interesados en cuánto y cómo se lee) que, personalmente me produjo un escalofrío: habló de que una investigación fiable sobre el nivel de lectura de la población mundial había puesto al descubierto que POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, EL NIVEL DE LECTURA DE LA POBLACIÓN MUNDIAL QUE LEE, DISMINUYE DESDE HACE CINCO AÑOS. ¿El motivo de esta disminución alarmante? El uso de los móviles en todas sus modalidades.

Si alguien intenta neutralizar el impacto de este dato argumentando que en el Smartphone el usuario también lee, responderemos que son radicalmente distintos desde el punto de vista cognitivo el hecho de leer un periódico, una revista o un libro y leer una información práctica, una comunicación de cuatro palabras de un amigo o familiar o un titular de un diario. La exigencia de capacidad de atención y concentración que requiere la lectura de un texto, no se da en las múltiples y escuetas informaciones con las que nos bombardea diariamente nuestro móvil.

Es más, ya está demostrado, por estudios experimentales de la última década en niños, adolescentes y adultos, que el tipo de actividad cerebral que exige el uso de los medios informáticos, de internet, disminuye la capacidad de concentración y atención de las personas que utilizan el Smartphone durante esas cinco horas diarias de media, que es la cifra de tiempo medio en la población española. La disminución de la capacidad de atención y concentración produce el aumento de dispersión generalizada en la mayor parte de las tareas cotidianas.

Si a estos datos le añadimos el dato de que España, junto con Grecia y Portugal están en la cola de nivel de lectura, en la población europea, concluiremos que quizás el futuro académico, cultural y profesional de nuestro país no se muestra demasiado optimista.

El contrapunto a este tema que afecta a escala mundial, es la experiencia individual. Como escritor, siempre he sido un gran lector; pero en los últimos años descubro un hecho nuevo en mi experiencia de lector: cada vez me disperso más entre varios libros que intento leer simultáneamente, actitud que no aumenta mi capacidad de lectura sino que, sospecho, incluso la disminuye. Quizás este sea también un modo de dispersión de la atención, que comparto con la población general.

Menos mal que tengo la suerte de tener dos amigos lectores, uno madrileño, otro salmantino, que no es que sean "grandes" lectores, es que estoy convencido que ambos pertenecen a una élite de privilegiados lectores, en calidad y cantidad, que ganarían la medalla de oro olímpica en lectura, si tal competición existiera.

Uno de ellos me aconsejó hace poco una de las numerosas joyas que lee habitualmente, con mucho placer y sin el menor esfuerzo: "Los comentarios reales" del Inca Garcilaso de la Vega. Estoy comprobando que es un diamante histórico-literario sobre la historia de España en América, en La Florida y en Perú.

Será mi libro de vacaciones, las que felizmente comienzo este primero de julio.

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