La denominada 'nueva normalidad' ya está aquí y, con ella, ha llegado una relajación demasiado amplia por parte de un sector de nuestros paisanos, respecto a las precauciones que hemos de tomar de cara a que no vuelva a azotarnos el coronavirus con la virulencia que lo ha hecho esta primavera.
Y es que, no debemos olvidar que el virus aún sigue implantado en nuestra sociedad, como han podido evidenciar los casos de rebrotes habidos en varias localidades a lo largo y ancho de España, habiéndolo mostrado también el hecho de que se hayan vuelto a registrar nuevos casos de covid en nuestra provincia.
Afortunadamente, los rebrotes y nuevos casos están pudiendo ser controlados por ahora, pero no debemos bajar la guardia si queremos evitar el temido repunte y que las consecuencias puedan ser mucho más graves que las que ya hemos padecido tanto en número de fallecidos como en daño a la economía.
A estas alturas, los números ya han demostrado que esta pandemia ha sido la peor crisis sanitaria sufrida por nuestra sociedad desde la epidemia de gripe española de 1918, y en nuestras manos está no olvidar este hecho, y seguir concienciados respecto a las medidas preventivas para evitar males mayores.
En este sentido, me está resultando especialmente dolorosa la actitud irresponsable e insolidaria que estoy observando en una parte de nuestros jóvenes, haciendo caso omiso de la obligatoriedad de usar la mascarilla al estar con otras personas (llevarla en el codo para ponérsela si aparece la policía no sirve de nada, por ejemplo), y saltándose a la torera las recomendaciones respecto a la distancia de seguridad.
Y es que, con este tipo de actitudes esta parte de nuestros paisanos están tirando por tierra el buen trabajo que están haciendo otros muchos jóvenes de nuestra sociedad en este aspecto, así como el de otras capas de edad, donde también se observa alguna actitud irresponsable aunque de manera más puntual.
En este aspecto, parece que la propagación del mensaje de que el covid apenas causa mortandad entre los jóvenes que lo contraen ha calado en una parte de ellos, sin ser conscientes de que, aunque ellos sobreviviesen en caso de contraer el virus, pueden ejercer de vehículo transmisor para que sus seres queridos en edad de mayor riesgo (padres y, sobre todo, abuelos), puedan acabar teniendo un fatal desenlace si se lo propagan.
Asimismo, no debemos perder de vista que buena parte de quienes contraen este virus lo desarrollan sin presentar síntomas, de forma asintomática, lo que hace especialmente peligroso al covid, ya que su propagación puede darse sin que se detecte su existencia por parte de quien lo porta.
Por todo ello, hemos de ser responsables como sociedad para minimizar los daños del covid, ser conscientes de que el virus sigue ahí, y pensar no sólo en nosotros, sino sobre todo en los demás, tomando las precauciones necesarias para desterrar este maldito virus de nuestras calles, pues la irresponsabilidad de unos pocos puede causar un daño enorme a todos. Se lo debemos a quienes nos han dejado por el camino.