OPINIóN
Actualizado 05/06/2020
Montse Vicente

España tiene muchos problemas y como dicen los grandes filósofos, una crisis puede traer consigo oportunidades.

De momento esta crisis nos trae algo que algunas personas llevábamos reclamando mucho tiempo, y es que las familias con riesgo de exclusión social tengan unos ingresos mínimos garantizados que les aporten la dignidad que necesitan para recabar fuerzas y salir de su situación, porque las ayudas de los vecindarios, están quitando el hambre de muchas casas, sí, y olé por todas esas vecinas y vecinos que hacen de la solidaridad su bandera, pero a la persona que tiene que ponerse en una cola para mendigar un poco de comida, se le viene el mundo abajo. Por eso la ayuda tiene que venir desde el Estado, desde la justicia social, y no desde la caridad. Aunque por supuesto, la caridad siempre tendrá que existir, porque es imposible que ningún Estado llegue a absolutamente todo.

Así que yo estoy entre esas personas que aplauden la aprobación del IMV, por supuesto. Aunque también estoy entre esas personas que aplauden pero poco, porque se queda corta en muchos aspectos.

Pero no voy a hablar de esos aspectos, porque he oído campanas, pero no sé muy bien dónde ni a qué llaman: hay mucha gente muy bien preparada que puede explicar todo eso, y yo no estoy entre esa gente.

De lo que me gustaría hablar a mí, es de aprovechar esta ayuda para solventar otros problemas que también tiene España pero de los que no se ha vuelto a hablar desde que empezó el confinamiento: la baja natalidad, la conciliación, el consumismo, el individualismo, la necesidad que tenemos todos y todas de cuidarnos y de cuidar a nuestros hijos e hijas, a nuestros familiares dependientes, a nuestros abuelos y abuelas...

Todo eso se podría fomentar si en esta ayuda se contemplara la posibilidad de que las personas pudieran solicitarla a la vez que una excedencia por cuidados, tanto de personas dependientes como de hijos e hijas hasta los 16 años (sí, hasta los 16 años incluidos, porque un adolescente necesita a sus padres cerca tanto o más que un niño pequeño: recuerdo haberles dicho a mis hijos muchas veces que es la edad más peligrosa, una se cree muy mayor y muy capaz y luego... ya sabemos todos lo que puede pasar luego).

Si potenciamos que la gente se quede en casa con unos ingresos mínimos, que permitan cubrir las necesidades básicas, pero solo las necesidades básicas, estaremos potenciando la cultura de los cuidados sobre la cultura del consumismo; estaremos evitando la masificación de las residencias de ancianos y por tanto, evitando muchas muertes si hay un repunte o viene otro coronavirus; estaremos potenciando que las criaturas se eduquen en casa, como vienen reclamando muchos profesionales de la educación; estaremos conciliando de verdad, no de "quiero y no puedo", como se concilia ahora; estaremos potenciando la alimentación sana y despotenciando la comida basura y los artículos de usar y tirar: estaremos cambiando de valores y de modos de vida hacia otros más saludables, tanto con nosotros mismos como con el planeta.

Yo solo le veo ventajas, y en vista de que mientras estuvimos confinados, los productos que más escaseaban era la harina y la levadura, yo creo que es el momento en que la población va a estar mejor preparada para este cambio de valores y de actitudes tan necesario

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