OPINIóN
Actualizado 04/06/2020
Ignacio Martín

Esta semana, un poema que entronca con el "Averiguaciones previas" de la semana pasada: si aquel habla del inicio del viaje, este lo hace desde acá. Para ver y escuchar: https://youtu.be/7qQibXiquLI

Llegué a Comala y a Macondo antaño,

cuando México, hoy patria, no era parte de mí.

Llegué también a los nenúfares

y al cisne aquel del cuello retorcido;

llegué a Sensemayá,

a Guantanamera

y al amoroso amor.

Llegué, quizá sin darme cuenta,

a la ceiba sagrada

bajo la que oí a Dido lamentarse;

a Santiago de Chuco, al Dios enfermo

del cáliz español y las cuatro paredes de la celda;

el mismo dios que leí en Solentiname,

violentamente dulce...

Llegué a lo elemental:

al pan, a los recuerdos,

a los versos de noche y al silencio...

Llegué a donde dijeron

que habitaba el olvido;

cuando querían decir que dolían los recuerdos

tanto como el futuro.


Llegué sin movimiento,

en un mar de palabras.

Llegué para quedarme,

sin saberlo,

pecado de soberbia

del que anhela

?yo, claro?

estar en todas partes;

al menos, en más de una.

Llegué para quedarme,

pero no lo sabía;

llegué por no saber,

por no buscar,

porque ya había llegado mucho antes...

@ignacio_martins

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