Medea significa la furia, la rabia, la ceguedad. Mata a sus hijos solo para fastidiar a su marido y se los sirve como comida. Es el símbolo de la hibris, el fanatismo ciego, el odio que no ve nada. Se escribieron muchas obras de teatro sobre ella.
Medea dice en estos momentos a algunos: no importa hundir al país entero con tal de hundir al que gobierna, cumple tu odio, sigue tu rabia absoluta, no te importe que hagan lo más sensato para salvar a la población, tú harías otra cosa, tú practicarías las máximas del gran sabio Bolsonaro.
Medea dice a sus hijos actuales: no arrimes el hombro, no ayudes, no luches contra el enemigo común, húndele el ojo al que no te gusta, fastidia, estorba. Medea les dice: mantén por encima de todo tu ideología cerrada, tu doctrina de plomo, tu odio sin mancha. Les dice: jode a quien odias, aunque se hunda el mundo entero, que no te importe nada.
Medea les sopla: no te importe la vida, la salud de todos, la lucha contra el enemigo que nos amenaza a todos. No te importe nada, solo pule tu mezquindad, chapotea en tu charco como si no pasara nada, golpéate el pecho para asustarlos, no entiendas nada, no escuches nada. Sigue en tus doctrinas lóbregas aunque se acabe la especie. Saca tus cacerolas en lugar de cocinar con ellas, suelta tus bufidos pase lo que pase.
Medea está satisfecha : sus hijos toman las calles con sus coches vociferantes, atropellan la calma que tanto necesitamos tras tanto miedo, secuestran las banderas y embrutecen su significado. Alguien diría: si un peligro nos amenaza a todos, todos deberíamos ayudar. Pero los hijos de Medea no sienten nada, siguen en sus cavernas, como Medea destruirán Troya entera con tal de joder a Héctor.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR Medea, Museo del Louvre