OPINIóN
Actualizado 03/06/2020
José Alfredo Pérez Alencar

  1. A. P. Alencart, Gastón Baquero y Jacqueline Alencar, en el Aula de Salinas de la Universidad de Salamanca (1992)

El pasado 29 de mayo, Manuel Rodríguez Ramos, cineasta cubano con maestría en Literatura Latinoamericana, me hizo llegar un correo: "Querido Alfredo. Te envié la invitación hecha por el Centro Cultural Cubano de Nueva York, para un homenaje a Gastón a partir de nuestro documental. Sé que la diferencia horaria complica las cosas. Pero sería buenísimo que pudieras verlo con Jacquelín. Un abrazo. Manolo".

Manolo tenía razón. No pudimos ver el documental en directo, emitido el domingo 31 de mayo. Pero ayer, 2 de junio y gracias a los enlaces enviados por León de la Hoz y Felipe Lázaro), pasamos una hora recordando a Don Gastón, entre lágrimas de emoción y la certeza de ese privilegio que resulta el haber gozado de su amistad más entrañable, máxime tratándose de uno de los más notables poetas en lengua castellana de todos los tiempos, a pesar de él mismo, siempre renuente a exposiciones públicas y demás grandilocuencias. También a pesar de todas las trabas que le pusieron en vida y en muerte, aquellos que no deseaban que su obra se conociera, porque las comparaciones son odiosas?

Este valioso documental, realizado por los cineastas cubanos Manuel Rodríguez Ramos y Marié Pereira, fue uno de los aportes que hicieron para su maestría de Literatura Hispanoamericana en New Mexico State University de Las Cruces. Con ellos colaboraron el poeta Felipe Lázaro y Alfonso Palazón, mientras que el diseño de la portada de ese primer DVD correspondió a Daniel Fernández, con una fotografía que tomé a Don Gastón, el año 1993 y en Salamanca. Dicho documental se proyectó en Salamanca, el mes de octubre de 2014 y dentro de los actos programados del XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, dedicado entonces a celebrar la primera centuria de Baquero. En el documental intervienen, con sus testimonios, Pío Serrano, Francisco Brines, Pedro Shimose, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, Blas Matamoro, Javier Lostalé, León de La Hoz y Víctor Batista, además de Jacqueline Alencar y este escriviviente. Mi querido hermano Felipe Lázaro no pudo participar porque estaba convaleciente de una operación.

Aquí el enlace para ver el documental:


https://www.youtube.com/watch?v=052o98Dl8Ek&feature=share&fbclid=IwAR0T87T6Qkh1TZIo-duZ7DkbWexwhNXsuNLkeeXvXI4E87ok_6SYa3aHssA

En el renovado documental emitido en Nueva York se ha incluido uno de los dos retratos de Baquero que hizo Miguel Elías.

Antología del XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, con retrato de Baquero realizado por Miguel Elías

Desde Salamanca hemos difundido (y lo seguiremos haciendo) la obra de Gastón Baquero. En Madrid destacan Pío Serrano, Felipe Lázaro, Luis Rafael, Pedro Shimose o León de la Hoz, por citar los más relevantes. También, en comunión con la madrileña editorial Verbum, aquí se hace entrega del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero. Y también aquí hemos publicado libros de ensayo sobre su poesía, como los de Luis Frayle Delgado y Enrique Viloria Vera; o comentarios como los de Carmen Ruiz Barrionuevo, por citar algunos? Los cubanos de todas partes siempre recuerdan que en Salamanca organizamos (con el Maestro Alfonso Ortega Carmona) el más trascendente homenaje internacional que en vida se hizo a Gastón Baquero. Fue en 1993 y een la Cátedra de Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia.

Libros sobre la poesía de Baquero, de Luis Frayle y Enrique Viloria, publicados en Salamanca. Fotos de las portadas: A. P. Alencart

Hermosa tarde la de ayer, en esta mi Luciérnaga de Piedra, en esta Salamanca de Jacqueline. Estuvimos con Gastón, como si lo hubiéramos visitado de nuevo en su piso de la madrileña calle Antonio Acuña, riéndonos y gozando de sus charlas hasta pasada la medianoche, para luego salir deprisa y volver a nuestra capital del Tormes. Esos viajes de madrugada en un pequeño Ford Fiesta de dos puertas, cruzando la ancha Castilla, solo los hacíamos por tratarse de don Gastón.

Jacqueline, cuando habla o escribre sobre don Gastón, siempre tiene presente este autorretrato suyo:

RETRATO

Ese pobre señor, gordo y herido,

que lleva mariposas en los hombros

oculta tras la risa y el olvido

la pesadumbre de todos los escombros.

Él dice que lo tiene merecido

porque aceptó vivir, que no hay asombro

en flotar como un pez muerto y podrido

con la cruz de vivir sobre los hombros.

Cenizas esparcidas en la luna

quiere que sean las suyas cuando eleve

su máscara de hoy. No deja huellas.

Sólo quiere una cosa, sólo una:

descubrir el sendero que lo lleve

a hundirse para siempre en las estrellas.

Programa del homenaje salmantino de 1993

OTROS POEMAS

PALABRAS ESCRITAS EN LA ARENA POR UN INOCENTE

I

Yo no sé escribir y soy un inocente.

Nunca he sabido para qué sirve la escritura y soy un inocente.

No sé escribir, mi alma no sabe otra cosa que estar viva.

Va y viene entre los hombres respirando y existiendo.

Voy y vengo entre los hombres y represento seriamente el papel que ellos quieren:

Ignorante, orador, astrónomo, jardinero.

E ignoran que en verdad soy solamente un niño.

Un fragmento de polvo llevado y traído hacia la tierra por el peso de su corazón.

El niño olvidado por su padre en el parque.

De quien ignoran que ríe con todo su corazón, pero jamás con los ojos.

Mis ojos piensan y hablan y andan por su cuenta.

Pero yo represento seriamente mi papel y digo:

Buenos días, doctor, el mundo está a sus órdenes, la medida exacta de la tierra
es hoy de seis pies y una pulgada, ¿no es ésta la medida exacta de su cuerpo?

Pero el doctor me dice:

Yo no me llamo Protágoras, pero me llamo Anselmo.

Y usted es un inocente, un idiota inofensivo y útil.

Un niño que ignora totalmente el arte de escribir.

Vuelva a dormirse.

Alencart, Ortega, Baquero, Meneses y Serrano, en Salamanca (1993, foto de Jacqueline Alencar)

II

Yo soy un inocente y he venido a la orilla del mar,

Del sueño, al sueño, a la verdad, vacío, navegando el sueño.

Un inocente, apenas, inocente de ser inocente, despertando inocente.

Yo no sé escribir, no tengo nociones de lengua persa.

¿Y quién que no sepa el persa puede saber nada?

Sí, señor, flor, amor, puede acaso que sepa historia de la antigüedad.

En la antigüedad está erguido Julio César con Cleopatra en los brazos.

Y César está en los brazos de Alejandro.

Y Alejandro está en los brazos de Aristóteles.

Y Aristóteles está en los brazos de Filipo.

Y Filipo está en los brazos de Ciro.

Y Ciro está en los brazos de Darío.

Y Darío está en los brazos del Helesponto.

Y el Helesponto está en los brazos del Nilo.

Y el Nilo está en la cuna del inocente David.

Y David sonríe y canta en los brazos de las hijas del Rey.

Yo soy un inocente, ciego, de nube en nube, de sombra a sombra levantado.

Veo debajo del cabello a una mujer y debajo de la mujer a una rosa y debajo de la rosa a un insecto.

Voy de alucinación en alucinación como llevado por los pies del tiempo.

Asomado a un espejo está Absalom desnudo y me adelanto a estrecharle la mano.

Estoy muerto en este balcón desde hace cinco minutos lleno de dardos.

Estoy cercado de piedras colgado de un árbol oyendo a David.

Hijo mío Absalom, hijo mío, hijo mío Absalom!

Nunca comprendo nada y ahora comprendo menos que nunca.

Pero tengo la arena del mar, sueño, para escribir el sueño de los dedos.

Y soy tan sólo el niño olvidado inocente durmiéndose en la arena.

Noticia sobre el Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero (El Norte de Castilla)

III

«Yo soy el más feliz de los infelices».

El que lleva puesto sombrero y nadie lo ve.

El que pronuncia el nombre de Dios y la gente oye:

Vamos al campo a comer golosinas con las aves del campo.

Y vamos al campo aves afuera a burlarnos del tiempo con la más bella bufonada.

Pintando en la arena del campo orillas de un mar dentro del bosque.

Incorporando las biografías de hombres submarinos renacidos en árboles.

Atahlía interrumpe todo esfuerzo gritando hacia los cielos traición, traición!

Nos encogemos de hombros y hablamos con los delfines sobre este grave asunto.

Contestan que se limitan a ser navíos inesperados y tálamos de ruiseñores.

Que lo dejen vivir en todo el mar y en todo el bosque.

Escalando los delfines los árboles y las anémonas.

Comprendo y sigo garabateando en la arena.

Como un niño inocente que hace lo que le dictan desde el cielo.

IV

Bajo la costa atlántica.

A todo lo largo de la costa atlántica escribo con el sueño índice:

Yo no sé.

Llega el sueño del mar, el niño duerme garabateando en la arena,

escucha, tú velarás, tu estarás, tú serás!

«Sí, es Agamenón, es tu rey quien te despierta,

Reconoces la voz que golpea en tus oídos».

¿Por qué vas a despertarle rey de las medusas?

¿Qué vigilas cuando todos duermen y no estás oyendo?

Las cúpulas despiertas. Las interminables escaleras de la memoria.

Oye lo que canta la profunda medianoche:

Reflexiona y tírate en el río.

De la mano del rey tírate en el río.

Nada como un amigo para ser destruido.

Prepárate a morir. Invoca al mar. Mírame partir.

Yo soy tu amigo.

No! Si yo soy tan sólo un niño inocente.

Uno a quien han disfrazado de persona impura.

Uno que ha crecido de súbito a espaldas de su madre.

Pero nada comprendo ni sé, me muevo y hablo

Porque los otros vienen a buscarme, sólo quisiera

Saber con certidumbre lo que pasó en Egipto

Cuando surgió la Esfinge de la arena.

De esta arena en que escribo como un niño

Epitafios, responsos, los nombres más prohibidos.

Escribiendo su nombre y borrándolo luego,

Para que nadie lea, y los peces prosigan inocentes.

Y los niños corran por las playas sin conocer el nombre que me muere.

Libro que recoje las actoas del Homenaje iNternacional. Retrato de portada del pintor francés Sylvain Malet, entonces residente en Salamanca

V

«Qué soy después de todo sino un niño,

Complacido con el sonido de mi propio nombre,

Repitiéndolo sin cesar,

Apartándome de los otros para oírlo,

Sin que me canse nunca?».

Escribo en la arena la palabra horizonte

Y unas mujeres altas vienen a reposar en ella.

Dialogan sonrientes y se esfuman tranquilas.

Yo no puedo seguirlas, el sueño me detiene, ellas van por mis brazos

Buscando el camino tormentoso de mi corazón.

El horizonte guarda los amigos perdidos, las naves naufragadas,

Las puertas de ciudades que existieron cuando existió David.

Yo no comprendo nada, yo soy un inocente.

Pero los dejo irse temblando por el camino de los brazos,

Sangre adentro, centellas silenciosas,

Ahora los escucho platicar por las venas,

Fieles, suntuosamente humildes, vencidos de antemano.

Hablan de las antiguas ciudades, hablan de mujeres esfumadas, gritan y corren apresurados.

Esta mano de un rey me pertenece.

Esta Iglesia es mi casa. Son mis ojos

Quienes la hacen alta y luminosa. Aquel torso

Que sirve de refugio a un bienamado pueblo de palomas

Escapado ha de mí. Han escrito una letra de mi nombre

En las tibias espaldas de aquel árbol. ¿Quién es esta mujer?

La oigo mis verdades. Ella conoce el preciado alimento.

Va inscribiendo mi nombre sobre sepulcros olvidados.

Ella conoce la destreza de amor con que se yergue

Dentro de mí un cuerpo esplendoroso. Ella vive por mí.

¿Cómo responde cuando soy llamado? ¿Cómo alcanza

A su terrible boca el alimento que deparado fuera a mis entrañas?

Ahora comprendo que su cuerpo es el mío.

Yo no termino en mí, en mí comienzo.

También ella soy yo, también se extiende,

Oh muerte, oh muerte, mujer, alma encontrada,

¿Qué vigilas cuando todos duermen?

Oh muerte, feliz inicio, campo de batalla,

Donde las almas solas, puras almas, ya no se mueren nunca,

También se extiende hacia su extraña playa de deseos

Esta frente que en mí es destruida por ardientes deseos de otra frente.

Bajo este murmullo de guerreros por dentro de las venas

Pienso en los tristes rostros de los niños.

Pienso en sus conversaciones infantiles y en que van a morirse.

Y pienso en la injusticia de que no sean niños eternamente.

Y una voz me contesta:

Eres el más inocente de los inocentes.

Apresúrate a morir. Apresúrate a existir. Mañana sabrás todo.

A su oído infantil, a su inercia, a su ensueño,

Bufón, rojo anciano, sabio dominante, le dirás la verdad

Diciendo tus verdades, bufón, anciano dominante, sabio de Dios, alerta.

Mañana sabrás todo. Mañana. Duerme, niño inocente, duerme hasta mañana.

Le mostrarás el polvoriento camino de la muerte, anciano dominante,

Bufón de Dios, poeta.

To-morrow, and to-morrow, and to-morrow,

Creeps in this petty pace from day to day,

To the lasta syllable of recorded time;

And all our yesterdays have lighted fools

The way to dusty death: Out, out, brief candle!

Bufón de Dios, arrójate a las llamas, que el tiempo es el maestro de la muerte.

Y tú no estás, ya nadie te recuerda el cuerpo ni la sombra.

Hoy eres el bufón, que se levanta y ríe, padre de sus ficciones, sabio dominado.

Levántate sobre la última sílaba del tiempo que recordamos, levántate, terrible
y seguro, imponiendo tu sombra a la luz de la vida.

Life's but a walking shadow, a poor player

That struts and frets his hour upon the stage,

And then is heard no more; it is a tale

Told by an idiot, full of sound and fury,

Signifying nothing.

Mañana sabrás todo.

Vuelve a dormirte.

La vida no es sino una sombra errante,

Un pobre actor que se pavonea y malgasta su hora sobre la escena,

Y al que luego no se le escucha más, la vida es

-31-

Un cuento narrado por un idiota, un cuento lleno de sonido y de furia,

Significando nada.

Vuelve a dormirte.

Estoy soñando en la arena las palabras que garabateo en la arena con el sueño

índice:

Amplísimo-amor-de-inencontrable-ninfa-caritativo-muslo-de-sirena.

Éstas son las playas de Burma, con los minaretes de Burma, y las selvas de

Burma.

El marabú, la flor, el heliógrafo del corazón. Los dragones andando de puntillas porque duerme San Jorge.

Soñar y dormir en el sueño de muerte los sueños de la muerte.

Danos tiempo para eso. Danos tiempo. Tú eres quien sueña solamente.

«No. Yo no sueño la vida,

Es la vida la que sueña a mí,

y si el sueño me olvida,

he de olvidarme al cabo que viví».

VII

Andan caminando por las seis de la mañana.

¿Querría usted hacer un poco de silencio?

La tierra se encuentra cansada de existir.

Día tras día moliendo estérilmente con su eje.

Día tras día oyendo a los dioses burlarse de los hombres.

Usted no sabe escucharla, ella rueda y gime.

Usted cree que escucha las campanas y es la tierra quien gime.

Recoja sus manos de inocente sobre la playa.

No escriba. No exista. No piense.

Ame usted si lo desea, ¿a quién le importa nada?

No es a usted a quien aman, compréndalo, renuncie gentilmente.

Piense en las estrellas e invéntese algunas constelaciones.

Hable de todo cuanto quiera pero no diga su nombre verdadero.

No se palpe usted el fantasma que lleva debajo de la piel.

No responda ante el nombre de un sepulcro. Niéguese a morir. Desista. Reconcilie.

No hable de la muerte, no hable del cuerpo, no hable de la belleza.

Para que los barcos anden,

«Para que las piedras puedan moverse y hablar los árboles».

Para corroborar la costumbre un poco antigua de morirse,

Remonten suavemente las amazonas el blanco río de sus cabellos.

Gastón Baquero y Luis Frayle Delgado; detrás, Carmen Ruiz Barrionuevo y Carlos Thorne (foto de A. P. Alencart)

VIII

«Yo soy el mentiroso que siempre dice su verdad».

Quien no puede desmentirse ni ser otra cosa que inocente.

Yo soy un niño que recibe por sus ojos la verdad de su inocencia.

Un navegante ciego en busca de su morada, que tropieza en las rocas vivientes del cuerpo
humano, que va y viene hacia la tierra bajo el peso agobiante de su pequeño corazón,

Quien padece su cuerpo como una herejía, y sabe que lo ignora.

Quien suplica un poco más de tiempo para olvidarse.

La mano de su Padre recogiéndolo piadosa en medio del parque.

Sonriendo, sollozando, mintiendo, proclamando su nombre sordamente.

Bufón de Dios, vestido de pecado, sonriendo, gritando bajo la piel, por su fantasma venidero.

Amor hacia las más bellas torres de la tierra.

Amor hacia los cuerpos que son como resplandecientes afirmaciones.

Amor, ciegamente, amor, y la muerte velando y sonriendo en el balcón de los cuerpos más hermosos.

Las manos afirmando y el corazón negando.

Vuelve, vuelve a soñar, inventa las precisas realidades.

Aduéñate del corazón que te desdeña bajo los cielos de Burma.

Sueña donde desees lo que desees. No aceptes. No renuncies. Reconcilia.

Navega majestuoso el corazón que te desdeña.

Sueña e inventa tus dulces imprecisas realidades, escribe su nombre en las
arenas, entrégalo al mar, viaja con él, silente navío desterrado.

Inventa tus precisas realidades y borra su nombre en las arenas.

Mintiendo por mis ojos la dura verdad de mi inocencia.

IX

Estamos en Ceylán a la sombra crujiente de los arrozales.

Hablamos invisiblemente la Emperatriz Faustina,

Juliano el Apóstata y yo.

Niño, dijeron, qué haces tan temprano en Ceylán,

Qué haces en Ceylán si no has muerto todavía.

Y aquí estamos para discutir las palabras del Patriarca Cirilo,

Y hablaremos hebreo, y tú no sabes hebreo?

El emperador Constantino sorbe ensimismado sus refrescos de fresa.

Y oye los vagidos victoriosos del niño occidente.

Desde Alejandría le llegan sueños y entrañas de aves tenebrosas como la herejía.

Pasan Paulino de Tiro y Petrófilo de Shitópolis.

Pasan Narciso de Neronias, Teodoto de Laodicea, el Patriarca Atanasio.

Y el Emperador Constantino acaricia los hombros de un faisán.

Escucha embelesado la ascensión de Occidente.

Y monta un caballo blanquísimo buscando a Arlés.

El primero de Agosto del año trescientos catorce de Cristo.

Sale el Emperador Constantino en busca de Arlés.

Lleva las bendiciones imperiales debajo de su toga,

Y el incienso y el agua en el filo de su espada.

Faustina me prestaba su copa de papel

Y yo bebía del vino que toman los muertos a la hora de dormir.

Pero no conseguían embriagarme

Y de cada palabra que decían sacaba una enseñanza.

El pez vencerá al Arquitecto,

Los hijos son consubstanciales con el padre.

Si descubren un nuevo planeta, habrá conflagraciones, y renunciará a existir el Sínodo de Antioquía.

Y de todo salía una enseñanza.

Estamos en Ceylán a la sombra de los crujientes arrozales.

Mujeres doradas danzan al compás de sus amatistas.

Niños grabados en la flor de amapola danzan briznas de opio.

Y en todo el paraninfo de Ceylán las figuras del sueño testifican:

¿Quién es ese niño que nos escribe en palabra en la arena?

¿Qué sabe él quién lo desata y lanza?

Me prestaba su copa de papel.

El patriarca hablaba desde su estatua de mármol, con su barba natural y voz de adolescente:

Preparáos a morir. La hora está aquí. Vengan.

Continuaba bebiendo el vino de los muertos y fingía dormir.

El patriarca me ponía su manto para cuidarme del sueño.

Y oía su diálogo por debajo del vuelo, la voz enjoyada de Faustina, la voz de la estatua,
el vino de Ceylán, la canción de los pequeños sacrificados en la misa de Ceylán.

¿Quién es ese niño que nos escribe en palabras en la arena?

¿Qué sabe él quien lo desata y lanza?

Una voz contesta desde su garganta de mármol:

Dejadlo dormir, es inocente de todo cuanto hace,

Y sufre su sangre como el martirio de una herejía.

Dormir en la voz helena de Cirilo.

Con las soterradas manos de Faustina.

Dialogando interminablemente Juliano el Apóstata.

OBRA POÉTICA cOMPLETA Y SELECCIÓN DE ENSAYOS LITERARIOS, VOLÚMENES PREPARADOS POR A. P. ALENCART Y ALFONSO ORTEGA CARMONA

X

Echemos algunas gotas de horror sobre la dulzura del mundo.

Mira tu corazón frente a frente, piensa en la terrible belleza y renuncia.

Los ancianos ya tiemblan al soplo de la muerte.

Los ancianos que fueron también la belleza terrible,

Los que turbaron un día las débiles manos de un niño en la arena.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.

Piensa en su belleza y piensa en su fealdad.

Aún los seres más bellos conducen un fantasma.

Ellos son los que tiemblan ya ahora al soplo de la muerte.

Escapa, débil niño, a la verdad de tu inocencia.

Y a todos los que se imaginan que no son inocentes

Y adelantándose al proscenio dicen:

Yo sé.

Dejemos vivo para siempre a ese inocente niño.

Porque garabatea insensatamente palabras en la arena.

Y no sabe si sabe o si no sabe.

Y asiste al espectáculo de la belleza como al vivo cuerpo de Dios.

Y dice las palabras que lee sobre los cielos, las palabras que se le ocurren,
a sabiendas de que en Dios tienen sentido.

Y porque asiste al espectáculo de su vida afligidamente.

Porque está en las manos de Dios y no conoce sino el pecado.

Y porque sabe que Dios vendrá a recogerle un día detrás del laberinto.

Buscando al más pequeño de sus hijos perdido olvidado en el parque.

Y porque sabe que Dios es también el horror y el vacío del mundo.

Y la plenitud cristalina del mundo.

Y porque Dios está erguido en el cuerpo luminoso de la verdad como en el cuerpo sombrío de la mentira.

Dejadlo vivo

para siempre.

Y el niño de la arena contesta: ¡Gracias!

Y una voz le responde:

Sea Pablo,

Sea Cefas,

sea el mundo,

sea la vida,

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