OPINIóN
Actualizado 26/05/2020
Fernando Robustillo

Entre mis lecturas de los últimos días encuentro a alguien que posiblemente se hubiera anticipado a nuestra pandemia. Pero por ley de vida dicho individuo hace años que marchó en el viaje de partida.

Se trata de un caso de telepatía estudiado científicamente por la "Society for Psychical Research" de Londres. Actualmente, a casos así los llamamos "corazonadas". Entonces, en 1912, la noticia se hizo célebre.

Veamos. El señor J. O'Connor desistió de viajar en el Titanic, del que ya tenía reservado el pasaje, por haber soñado durante dos noches seguidas que el barco iría a pique.

Aquel individuo era londinense, nosotros hubiéramos necesitado uno "wuhanés" que, al pasar todos los días por el presunto "laboratorio" -al parecer un mercado de animales exóticos y no tan exóticos- se le pusiera la mosca tras la oreja y pensara que un recinto así nada bueno iba a traernos.

Y si no fue de esta manera y nada le hizo temer lo que pudiera ocurrir a ningún ciudadano de Wuhan -once millones-, ¿deberían haber tenido el olfato más agudizado los señores Johnson, Conte, Sánchez, Macron o Trump para confinar a la gente a mediados de febrero? ¿Qué se hubiera dicho si nos confinan entonces?

Que cada cual deduzca lo que crea conveniente. Es un debate que interesa a todo el mundo. La OMS, que pocas veces se equivoca, adjetivó el conato como pandemia el día 11 de marzo, y en nuestro país se decretó el Estado de Alarma el 14 de dicho mes. Ahí lo dejo.

Otra tardanza, un reproche del señor Trump a China, es el comunicado de las autoridades de aquel país al resto del mundo que fue difundido el 31 de diciembre. La información que revelaba era la existencia de un foco de neumonía de origen desconocido, con 27 casos diagnosticados.

Sin embargo, en Europa se dieron casos que, analizados con posterioridad, señalan el hallazgo del coronavirus en Milán (Italia) el 22 de diciembre, y en Francia, exactamente en Sena-Saint-Denis, el 27 del mismo mes.

Puede ser que en China perdieran el control del Covid-19 pero insistieran en su erradicación, tiempo perdido al no cerrar las fronteras, unos hechos en los que no podemos apoyarnos por razones desconocidas y que nos obliga a no decir lo que no sabemos; sin embargo, ni lo ocurrido en aquellos momentos, ni las cifras de contagios ofrecidas se las cree el presidente Trump.

Para finalizar, vayamos al comienzo de nuestro artículo, donde hablábamos del Titanic, y si nos fijamos en una paradoja o símil con este "Titanic" gigantesco del coronavirus, podemos decir que a ambos los hermana la música, ese arte que crean los titiriteros y que si en el Titanic de 1912 la orquesta no dejó de tocar mientras se mantuvo en pie, aquí y ahora no pasa un solo día en el que no aparezca una nueva canción que nos anime a digerir este "hundimiento".

¡Que suene la música!

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