Párroco de Carbajosa de la Sagrada y rector del Seminario Diocesano ha pasado varias semanas en aislamiento por la COVID-19
José Ángel Ávila es es el párroco de Carbajosa de la Sagrada, Rector del Seminario diocesano y responsable de la Delegación diocesana de Catequesis. Durante las últimas semanas ha tenido que permanecer aislado por sufrir síntomas leves compatibles con la COVID-19.
El sacerdote comparte su experiencia tras finalizar la cuarentena. Una experiencia que le ha hecho reflexionar sobre la situación, tanto para él como para su entorno: "Comparto mi experiencia de lo que ha supuesto para mí estas semanas de aislamiento, en las que he vivido siguiendo las pautas del médico, pero sin que me hayan hecho las pruebas para certificar que tuve el coronavirus. Los síntomas que padecí fueron leves: malestar, cansancio, dolores en el cuerpo, escalofríos, considerando que podría ser un resfriado. Después sufrí la pérdida de olor y sabor, y es cuando llamé al médico, que me aconsejó que me aislase totalmente durante al menos quince días. Ahora he ido recuperando olor y sabor aunque no del todo, pero me encuentro bien en general. Lo primero que uno descubre cuando está un poquito enfermo, como a mí me ha ocurrido, es la toma de conciencia de la propia fragilidad. El cansancio y los dolores en el cuerpo, me obligaban a recostarme e impedían poder hacer las tareas que tenía previstas. Pero esto duró pocos días, y tomando paracetamol se me fue pasando".
El pasar tiempo aislado invita a meditar, y José Ángel pudo cultivar su interioridad: "En este tiempo he aprendido que de un momento a otro todo cambia radicalmente y que yo no llevo las riendas de mi vida. ¡Cuántas cosas programadas que no se han podido hacer! El hombre propone y Dios dispone. He descubierto que necesitaba recuperar un tiempo para cuidar la interioridad. El silencio y la soledad me han ayudado a la reflexión, a cultivar más mi "ser sacerdotal" con la oración y el estudio, y a ordenar mi vida interior para que sea el Señor mi centro desde el cuál gire todo".
Sin duda, una de los aspectos que ha reforzado es su entrega a los demás: "La situación de enfermedad y muerte que nos ha golpeado tan de cerca en sacerdotes cercanos y sus familiares, para mí, es una llamada a "estar vigilante", a ser humilde, a no preocuparme por las cosas relativas sino, sobre todo, a vivir cada momento en una entrega mayor de servicio al Señor y a los demás. En este sentido, tengo mucho más presente en mi vida a los que sufren, por ejemplo en mis oraciones, en la eucaristía, y procuro contactar con aquellos que puedan estar pasándolo mal. para darles una palabra de ánimo y esperanza".
Fuente: Diócesis de Salamanca