Hay muchas personas que saben mucho más que yo de las Residencias de Mayores. No puedo, ni quiero suplantarlas.
Las perspectivas posibles sobre las residencias son muchas; y todas aportarían aspectos diferentes: los residentes, sus familias, la dirección, los profesionales especializados, fisioterapeutas y trabajadoras sociales y los cuidadores y cuidadoras, los que limpian, los cocineros o cocineras, las leyes y limitaciones de recursos sociales, la economía de una residencia, los servicios que prestan, los modelos posibles, etc. Dejo todas estas perspectivas para los que saben de este tema.
Como un ciudadano más, solo quiero llamar la atención sobre algunos aspectos, demasiado olvidados en este momento:
El primer lugar, las Residencias están siendo un apoyo fundamental al Sistema de Salud. Sin ellas, ya habrían colapsado numerosos hospitales. Y eso que el modelo, acertado por otra parte, del gobierno autonómico es trabajar desde la perspectiva del concepto de "hogar" y, por supuesto, con la atención centrada en la persona. Es decir, ahora están haciendo un gran servicio social y sanitario, que sobrepasa sus funciones. Merecen agradecimientos sin límites.
Por el contrario, las autoridades sanitarias y los gobiernos las han tenido olvidadas, sin un plan de actuación cuando era evidente que sería necesario. Algunas incluso se han adelantado al gobierno, con medidas que eran esenciales. Otras, como evitarlo, han sido desbordadas por los acontecimientos. ¿Quién tiene más responsabilidad? ¿A quién le mandamos el Fiscal General del Estado primero?
Todas las Residencias, pero especialmente las que están supliendo a los hospitales, merecen ayuda urgente.
Vergüenza me da que la ministra de las fuerzas armadas, que yo tenía por sensata, al final del primer día de actuación, señalara, como si fuera un éxito, el haber encontrado un cadáver en una de las residencias. Ella y parte de la prensa son responsables de primar esta noticia, en forma de acusación intolerable. Las personas que cuidan a algunos de nuestros familiares y las residencias, en general, quedaron señaladas por un gobierno que las había olvidado. Ni las Residencias, ni el Ejercito merecían este grave error. No se trata de ocultar este u otros hechos, sino analizar por qué pueden llegar a pasar. Y no estigmatizar, aunque no fuera la intención, a todas las residencias, alarmar a las familias y dar dinamita a determinada prensa.
Las familias, al menos es mi caso, estamos muy agradecidos a todos los profesionales que han creado este servicio y cuidan a nuestros padres, abuelos o hermanos mayores. Debemos saber valorar el servicio que prestan las Residencias y agradecerlo, más aún en un momento tan difícil.
Por otra parte, los residentes, que siempre sería la perspectiva central, aunque no es la adoptada aquí, decir solo que no son los que han llevado el virus a las residencias, un poco de realismo y respeto, en las críticas, estaría bien.
En segundo lugar, creo toda la sociedad debe valorar, apoyar y aplaudir, especialmente en este momento, a todas las personas que trabajan en las residencias, como hacemos con otros colectivos, que bien lo merecen.
Ponernos en el lugar de la dirección, en estos momentos, faltando tantas cosas, recibiendo pocas ayudas y sufriendo tantas críticas y sospechas, es justo y necesario. Apoyarlos y comprenderlos. No es fácil encontrar sosiego, dormir bien y soportar tanta tensión, especialmente cuando les falta casi todo, e incluso, en bastantes casos, hasta personal.
Ponerse en el lugar de los profesionales (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales responsables de los diferentes servicios) que pueden llegar a sentirse presionados y hasta desbordados por una situación no prevista; y además estar asumiendo riesgos, sin el material sanitario apropiado.
Los cuidadores y cuidadoras, que deben atender las 24 horas del día a personas que, en no pocos caso, son muy dependientes y requieren atenciones muy especiales: levantarles, ducharles, vestirles, darle de comer, llevarles al servicio, limpiarles, entretenerles, y un montón de cosas más. Su riesgo, en este caso, es especialmente elevado, porque les acompañan y ayudan en necesidades íntimas.
Gracias y aplausos, por mi parte; y por tantas familias agradecidas que comparten mis sentimientos.
Y lo más urgente: Esta es la petición, bien concreta, que me transfiere un director de residencia, bien responsable:
"Repetimos todos los días la necesidad de Pruebas de COVID19 y la necesidad de EPI´s (Equipos de Protección Individual)".