Seguimos atendiendo en casas estancas a una cuarentena de niños y niñas de protección a la infancia que no pueden estar con sus familias por problemas ajenos a ellos en la mayoría de los casos.
Garantizamos sus estudios, sus terapias y con educadores multidisciplinares hacemos deporte, en las casas que tenemos esa posibilidad de instalaciones. Seguimos realizando multitud de actividades de ocio sano, de música y distintas disciplinas artísticas. Cuidar los jardines, podar, hacer huertos ecológicos, etc, también ayuda a mantenerse activos.
Nuestras asambleas a veces por vídeo conferencia entre casas nos permiten estar conectados.
Mantenemos lo mejor posible la normalidad y los chicos a pesar de los múltiples diagnósticos están llevando la situación con una resiliencia admirable.
Llevamos quince días con algún educador de baja pero el grueso sin desfallecer. Sin jerarquías y una mesa redonda de decisiones. Aquí todos somos de atención directa nuestra ultra nombrada pirámide inversa de dirección.
Espero que las administraciones sepan entender que esto no se lo están resolviendo las gestoras que tan bonitos le hacen los papeles de calidad. Hay cosas que no se compran con dinero, sobre todo cuando hay que exponer la propia vida. Para mí son momentos dónde se demuestra la fe y los valores de cada uno.
En el centro de formación profesional Lorenzo Milani como en el de Santiago Uno, se sigue el curso "on line", ya hace mucho tiempo tenemos profesores con experiencia.
Las aves salvajes del hospital de fauna y del centro de educación ambiental siguen siendo atendidas.
Seguimos apoyando las escuelas de Marruecos y a la familia de los niños a los que le construímos la casa este verano.
Hemos asumido el gran proyecto del padre Antonio Romo con un valiente equipo de educadores jóvenes "Mil caminos por un puente de vida".
Una residencia en Chamberí con quince inmigrantes sin papeles y sin techo y con mucha más demanda. Cuidan seiscientas ovejas, hacen queso con profesionales y producen hortalizas en huertos ecológicos. Pero no es justo que no haya ningún apoyo institucional para este recurso tan importante para la ciudad de Salamanca y su provincia.
Se penaliza al que siempre ha dicho que sí sin condiciones. Al que realmente ha abierto su casa siempre a los más necesitados. Una denuncia evangélica que merece una continuación profesionalizada sin perder una esencia única. No a las gestoras.