OPINIóN
Actualizado 16/03/2020
María Jesús Sánchez Oliva

A nuestros abuelos los mandaron a la guerra, muchos no volvieron, otros volvieron para morir en casa, los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse a una posguerra de hambre y de miseria y a una dictadura que les negó todo.

A nuestros padres los sacaron de la escuela a los doce años, tenían que trabajar para ayudar en casa, ejercieron mil oficios sin haberse preparado para ninguno, tuvieron que emigrar para sacarnos adelante y se murieron sin saber qué eran unas vacaciones.

A nosotros, que vivimos mejor que ellos incluso estando en el paro, que vamos de vacaciones varias veces al año, que llenamos los restaurantes los fines de semana, que renovamos el armario todas las temporadas para ir a la moda, nos mandan a casa por el maldito coronavirus y para conseguir que no salgamos a la calle más que para lo necesario el Gobierno ha tenido que recurrir a la Constitución y declarar el estado de alarma en todo el territorio nacional.

Si cuando el maldito virus llegó a China se hubieran cancelado todos los vuelos con el país, si cuando entró en Europa por Italia se hubiera hecho lo mismo, posiblemente no se hubiera llegado a esta situación, pero los ciudadanos seguimos viajando tan alegremente y el gobierno miró para otro lado. El ocho de marzo se celebró en Madrid la manifestación de las mujeres y políticos y políticas acudieron en masa para acompañarlas, y gritaron, y se abrazaron, y se besaron, porque era más importante salir en la foto que ponerle trabas al virus. Al día siguiente, más ancho que largo, aterrizó en la capital de España y se encontró con el primer bofetón: el cierre de todos los colegios. Muy bien. Pero los padres entendieron que se trataba de unas vacaciones y los parques se llenaron de niños, y las costas de familias dispuestas a disfrutar de las playas, y los pueblos de nietos como en pleno mes de agosto. Y el virus decidió viajar con ellos y pasearse por todas las comunidades. ¿Cabe mayor irresponsabilidad?

Pero no es momento de reproches, sobre todo porque nadie ha actuado bajo los efectos de la mala intención,ahora, lo único importante es que todos, absolutamente todos, colaboremos con el personal sanitario, con las fuerzas de seguridad, con los políticos y con todos los trabajadores para que podamos acabar con este maldito virus lo antes posible.

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